Jonathan Moya fue ayer condenado a 23 años y 7 meses por el rapto y muerte de Miriam Cuerda, el bebé onubense de 16 meses que perdió la vida tras recibir numerosos golpes en la cabeza y ser asfixiada al ser envuelta con papel film. Una niña cuyos restos fueron encontrados durante la Navidad de 2012 en una balsa de riego, en lo que supuso uno de los crímenes más crudos de la historia reciente de Almería. El magistrado Luis Durbán ha impuesto a Moya una pena de 5 años y 7 meses por un delito de detención ilegal, así como otros 18 más por uno de asesinato con alevosía, y le obliga a su vez al pago de una indemnización de 300.000 euros a Gema María Cuerda, madre de la menor, a la que no podrá aproximarse a menos de 500 metros durante 43 años. Una cuantía que será difícil que cobre su progenitora, dado que Moya afirmó durante la vista oral que era insolvente.

De esta forma, la sentencia de la Sección Tercera de la Audiencia de Almería, recoge el veredicto del jurado popular que declaró culpable a Moya, y que consideró probado que Moya retuvo a la menor hasta al menos las últimas horas del día 24 de diciembre de 2012 en un cortijo de Fiñana, "siguiendo un plan preconcebido y con la intención de privar de libertad a la menor". Entre las últimas horas del día 24 y las primeras del 25 de diciembre el acusado "golpeó con fuerza en reiteradas ocasiones la cabeza de la menor con un objeto contundente y plano".

La menor quedó "gravemente herida e inconsciente" y el acusado la envolvió en plástico transparente, tapándole la boca y la nariz, lo que provocó que no pudiera respirar. El bebé falleció como consecuencia del traumatismo craneoencefálico y de la asfixia descrita.