Andalucía

Isabel recupera la memoria y delata al pederasta y a su cuñada

  • La esposa de Santiago del Valle justifica su silencio por el miedo que le tenía a su marido

Desde que fue detenida e interrogada junto a su marido en Granada hasta su declaración ante la juez (30 de abril), Isabel García ha ido recuperando progresivamente la memoria. En Granada sólo recordaba que se quedó dormida sobre las 14.50 horas de aquel 13 de enero y que se despertó aproximadamente a las 16.00 horas. En las dos declaraciones posteriores, primero en Cuenca (donde delata a su marido) y después en Huelva, ha ido sumando detalles cruciales para la inculpación tanto de su marido como de su cuñada, a la asegura que no vio en todo el día pero coloca como cómplice.

Después de comer, a las 15.05 horas (lo sabe porque acababan de comenzar las noticias de la Primera), se retiró al dormitorio a echar una siesta, en el que su marido ya estaba durmiendo. Al cuarto de hora se despertó y Santiago no estaba en la habitación (en la declaración de Cuenca no supo precisar qué tiempo había transcurrido). Lo buscó en la cocina y en el salón y no lo encontró. Llamó a la puerta de Rosa y no tuvo contestación, por lo que asegura que la cuñada no estaba en la casa porque suele tener la radio o la televisión del cuarto encendidas. Sobre las 16.30 horas, se abrió la puerta de la casa y entró Santiago en el cuarto. El pederasta le comentó que venía del campo de dar una vuelta, cerca de la fuente cercana al centro comercial Carrefour y se fijó que traía las botas manchadas de barro amarillo. Santiago le propuso dar una vuelta, pero él se negó a ir al centro. El matrimonio cruzó la avenida de las Flores, salieron por la asociación de vecinos hacia la avenida de Andalucía en dirección a la fuente (aunque no llegaron) y, en el paseo (según la declaración, de una hora u hora y media) su marido le pidió dinero en dos ocasiones para comprar agua. Tenía la boca seca.

De repente, el pederasta decidió volver (“él es el que hace los planes, yo limpio la casa” comenta) y en el camino de vuelta, le lanzó un mensaje de advertencia: “Si hay algo raro o te pregunta la Policía, tienes que decir lo que yo te diga. Ten cuidado con lo que hablas, si yo voy a la cárcel te arrastro a ti también. Si declaras en mi contra, cuando salga te buscaré hasta debajo de las piedras y no vas a quedar viva”. Del Valle había escrito el guión que había que seguir: que salieron de la casa sobre las 16.45 horas y estuvieron por el centro de la ciudad, viendo escaparates de teléfonos móviles.

A la llegada a la casa, Rosa les contó los incidentes con vecinos y familiares de Mari Luz. Santiago se quitó las botas y las metió en la lavadora, algo que a Isabel le extrañó. Dio al menos dos lavados al calzado y, mientras tanto, a instancias del pederasta hicieron lo mismo con la ropa que él llevaba salvo el chaquetón (pantalón vaquero y camisa verde a cuadros) y, a propuesta de Santiago, calentaron agua para lavarse. En su declaración, hay un comentario de Santiago relativo a las botas. “Estaban manchadas de barro, las lavé dos o tres veces porque soy así de limpio”.

El presunto autor de la muerte de la niña ordenó a su hermana que llamara a la Policía y la encerró a ella en la habitación para recordarle el guión que tenía que seguir y añadir que tenía que contar una hermana la había llamado desde Sevilla para decirle que su madre estaba mala y que, por tanto, tenían que marcharse de Huelva.

Isabel, que asegura que se fueron a Asturias para evitar la condena por los abusos sexuales a su hija, llegó a afirmar después de que le retiraran la custodia de sus hijos, que “me los han quitado por algo que no es verdad, pero en adelante va a ser verdad lo que haga”.

Isabel García justificó su silencio por miedo a su marido, al que ahora y después de 18 años de matrimonio acusa de malos tratos, y porque cuando fueron detenidos en Cuenca, se sintió “más animada y se desahogó” con los policías de Huelva.

García inculpa a su cuñada aunque no la vio

Las declaraciones dejan ver una muy mala y casi inexistente relación entre las cuñadas: "Rosa es lesbiana y quiero mantener las distancias". Isabel no vio a Rosa en todo el día, no escuchó ningún ruido en la habitación (para llegar al dormitorio de Rosa desde la calle hay que pasar por delante del suyo) ni tampoco que su marido fuera a buscarla para pedirle que la llevara en coche hasta las inmediaciones del centro comercial. A pesar de ser testigo ciego, coloca a la hermana de Santiago como cómplice en la muerte de Mari Luz. "Creo que debió hacerse dentro de la habitación y con la puerta cerrada. Santiago engañó a la niña y Rosa es cómplice... sabe mucho y está ocultando algo".

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