Andalucía

El Metro de Málaga espera su "enésima hora de la verdad" con el nuevo Gobierno

  • El avance del suburbano se considera en la capital de la Costa del Sol como una de las prioridades para el nuevo Ejecutivo autonómico, pese a los choques con el Ayuntamiento

El reto que tiene ante sí Susana Díaz, en calidad de presidenta del Gobierno andaluz, es mayúsculo. Lo es en lo que supone dotar de credibilidad a una institución herida por el escándalo de los ERE y por reflotar una economía regional azotada, como el resto de territorios, por la crisis económica y los continuos ajustes presupuestarios por parte del Gobierno central. Éste es, grosso modo, el marco objetivo en el que nace la nueva era de la presidenta del Gobierno andaluz. Al menos en lo que a la generalidad de la comunidad se trata.

Y es en este escenario en el que la provincia de Málaga juega una partida ciertamente compleja y de dudoso resultado, que debe posibilitar armar los engranajes necesarios para que este territorio disfrute de aquellos proyectos y promesas largamente anunciados. La mirada, que recorre un amplio espectro de obras y anuncios por completar, se posa irremediablemente en una infraestructura para calibrar la capacidad de Díaz en este periplo que ahora se inicia.

El avance del Metro de Málaga, que la propia presidenta garantizó en su discurso de presentación ante el Parlamento, debe ser prioridad para el Ejecutivo que nazca de la mano de la sucesora de José Antonio Griñán. Se hace necesario en un asunto especialmente sensible y objeto constante de la controversia y el enfrentamiento de la Junta y el Ayuntamiento, que la posición de Díaz sea clara y esté huérfana de equilibrios políticos con los que satisfacer a su partido en la provincia, el PSOE malagueño.

A diferencia de lo ocurrido con Griñán, que optó por echar balones fuera en este crucial acontecimiento y eludir una toma de posición, se antoja indispensable que sea la nueva presidenta la que determine el rumbo a seguir en esta intervención, en la que se han invertido ya más de 500 millones de euros (con la previsión en el mejor de los casos que la cuantías ronde los 800 millones) y cuya puesta en marcha, aunque de forma parcial, se espera para los últimos meses del presente año. La suya debe ser la posición que equilibre las apuestas extremas que mantienen el Ayuntamiento de la capital y la Consejería de Fomento, en manos de IU, con el modo en que el tren urbano debe atravesar la Alameda Principal y el Paseo del Parque.

El Ayuntamiento sostiene la necesidad de que la obra se haga bajo tierra, aunque sea de forma provisional hasta la Plaza de la Marina, condicionando cualquier paso adelante en el proyecto a que se asuma esta tesis. Fomento arguye la incapacidad económica de afrontar una obra que rondaría los 200 millones de euros, circunstancia que llevó a sus responsables a redefinir el paso por el centro urbano y plantear hacerlo en superficie.

El distanciamiento de los modelos defendidos por unos y por otros afecta no sólo a lo concerniente al paso siguiente de la infraestructura, claramente definida al menos hasta las proximidades de El Corte Inglés, sino también al modelo de financiación de la misma, al punto de que en esta parte de la ecuación del suburbano se encuentra en los tribunales, estación a la que el equipo de gobierno del PP, encabezado por Francisco de la Torre, llevó a finales del pasado mes de julio el contencioso con la Junta por los dineros de la obra.

A la espera de que la mesa de negociación vuelva a ser protagonista en este asunto, el futuro de las responsabilidades económicas del Metro estarán supeditadas a lo que determine un juez. Este es el guirigai en el que, como viene ocurriendo desde los orígenes mismos del proyecto, que se remontan al año 2003, vive la mayor obra de carácter urbano jamás planteada en la ciudad. Y en este escenario de conflicto las miradas se posan sobre el modo en que Díaz actuará, si lo hará con la misma desgana de Griñán; si apoyará el mantenimiento del tramo soterrado, como en su día propusieron los anteriores responsables autonómicos de Obras Públicas, o si sale en defensa de sus socios de gobierno y asume la incapacidad real de afrontar una actuación de semejante envergadura.

La decisión es clave para la capital de la Costa del Sol y para los cálculos que, en clave electoral, pueda hacer como futura candidata del PSOE-A a la Presidencia de la Junta. Bien cierto es que Málaga no sólo siente su Metro, que en el panorama de necesidades agarradas al territorio hay otras como el megahospital en Los Asperones, el parque metropolitano de Arraijanal y la demanda de colaboración en el parque del Benítez, pero no lo es menos que transcurridos más de diez años desde que se pusieron las bases de un medio de transporte que hoy es realidad sólo en parte, es hora de que se defina el escenario futuro para ahuyentar todos los fantasmas que forman parte inseparable de esta infraestructural.

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