Andalucía

El PP quiere un líder que se lo crea

  • Rajoy intenta convencer a Miguel Arias Cañete, Arenas apuesta por Carmen Crespo, y Zoido, de no seguir al frente, se decantaría por José Luis Sanz

La definición perfecta de una victoria pírrica corrió involuntariamente a cargo de Javier Arenas cuando ganó las últimas elecciones andaluzas (marzo de 2012) con 50 escaños frente a los 47 del hegemónico PSOE-A. José Antonio Griñán, hoy desaparecido de la primera línea política pese a seguir siendo presidente de la Junta, pactó con IU; Arenas decidió que tras 14 años dedicado al PP-A en dos tandas tocaba volver a Madrid; y Juan Ignacio Zoido, su sucesor, se vio de la noche a la mañana vistiendo un traje con el que nunca se sintió cómodo. Su ambigüedad, la pasión con que dice manejar la Alcaldía de Sevilla, el escasísimo rédito obtenido en la refriega del día a día parlamentario, la supersónica irrupción de Susana Díaz y unas encuestas claramente negativas (Egopa de julio) han disparado las alarmas de la derecha andaluza. La incertidumbre corroe sin contemplaciones.

Mariano Rajoy, curiosamente emparentado con Zoido en las cosas del espíritu dubitativo, intenta tomar cartas en el asunto. Andalucía es una plaza demasiado vital y demasiado refractaria a los conservadores. Fuentes del partido avanzan que esta vez decidirá personalmente, aunque escuchará, por este orden, las opiniones de Arenas, Zoido y el secretario general del PP-A, José Luis Sanz (paradójicamente uno de los candidatos). Es el viejo estilo de la calle Génova. "Ni simulacro de primarias ni dedazo", apunta un mandatario. Lo primero es indiscutible. Lo segundo no tanto.

Las quinielas, en circulación desde hace meses, incluyen hasta siete nombres. El preferido de Rajoy es Miguel Arias Cañete, ministro de Agricultura [ver ficha]. Su problema es el mismo que sufrieron Manuel Chaves y Griñán -o el mismo Arenas- cuando debieron dejar la Meseta y sus carteras ministeriales para bajar a la estepa andalusí. Nadie celebra con champán el paso de la primera a la segunda división política. Arias Cañete tampoco: su anhelo es marcharse a Bruselas como comisario.

Javier Arenas se decanta por la ex alcaldesa de Adra y delegada del Gobierno en Andalucía, Carmen Crespo, que también cuenta con el aval de su paisano Gabriel Amat (al que el propio Arenas calificó una vez como su "hermano mayor"); mientras que Zoido, de renunciar, respaldaría, según las fuentes consultadas, a José Luis Sanz. En el cesto hay más manzanas: José Antonio Nieto, alcalde de Córdoba; la ministra de Empleo, Fátima Báñez; el portavoz parlamentario Carlos Rojas; o el secretario de Estado de Servicios Sociales e Igualdad, Juan Manuel Moreno, para algunos el verdadero tapado.

Quienes conocen bien a Zoido pronostican que cederá la batuta. El partido le pide un pronunciamiento claro a la vuelta del verano porque la maquinaria socialista tritura primero y pregunta después: Griñán se despedirá como presidente autonómico el 27 de agosto y el Parlamento andaluz elegirá a Díaz probablemente a principios de septiembre. El PP-A pretende culminar la sucesión el próximo otoño para que el futuro líder adquiera rápido la forma que exige la empresa y porque en el horizonte se dibuja otra incógnita: es complicado saber cómo acabará la negociación de los Presupuestos regionales de 2014 y cómo afectará el resultado a la alianza entre PSOE e IU. Díaz ha dejado caer desde el minuto uno de su ascensión que el adelanto electoral será una de las salidas si el objetivo de déficit del 1% se revela incompatible con las exigencias de IU.

Cada apuesta tiene sus ventajas y sus puntos negros. Una parte de la dirección andaluza del PP se decanta por alguien que ya se haya curtido en el Parlamento regional. O, por decirlo de otra forma, por uno que, como Díaz en el PSOE-A, esté habituado a patearse el territorio y conozca bien a las bases. Bajo ese perfil, Nieto, Crespo, Rojas o Sanz encajarían mejor que Cañete, Báñez o Moreno. Pero Madrid confía más en el empaque que proporciona la acción ejecutiva desde la capital. Y Rajoy también se aferra al currículo. Arias Cañete se considera aceptablemente políglota -inglés y francés- y responde bien a la horma de ciertos mandos del PP: escasa dedicación a la función pública (de 1975 a 1978 ejerció como abogado del Estado); negocios de distinta índole; matrimonio con una aristócrata (Micaela Domecq); y ministro de Aznar en la época dorada del partido. Sobre sus reticencias, otro dirigente lo deja claro: "A estos niveles de responsabilidad todos somos profesionales, y si te dicen que salgas a torear, pues toreas".

Los de dentro también lucen sus taras. Nieto es alcalde y, como Zoido, es factible que prefiriese mantener la dualidad. En la decisión de Rojas pesarían determinadas circunstancias personales. Sanz se postuló el primero sin arrancar entusiasmos ni adhesiones. Y Crespo lleva dos años fuera del Parlamento.

"La inestabilidad en el PP-A está descartada. La gente está volcada en el día a día y eso no va a cambiar, pero es obvio que la situación actual perjudica mucho al partido y que todos estamos deseando que haya un referente claro", explica otra fuente. "Ni Susana Díaz es Pepe Griñán ni nuestro candidato será como Javier Arenas", continúa, "pero tenemos las armas que tenemos y con ellas debemos ganar".

El reto es formidable. Si la marea negra de los ERE no repercutió como el PP-A imaginaba en su cuenta de resultados tras el 25M ni repercute ahora en los sondeos, doblegar a un animal de aparato como Díaz con un espadachín nuevo será cuando menos titánica tarea. Porque Díaz, a diferencia de Griñán, sí quema millas y visita localidades pequeñas, medianas y grandes en busca del voto a cambio del guiño, como demostró en las cuasiprimarias. Porque dispone, de aquí a las elecciones, del inmenso engranaje de la Junta para promocionarse y afianzarse. Y, sobre todo, porque de su lado caerán los escaños que IU logre más adelante, ya que ésa es la única sociedad planteable en un ecosistema como el andaluz, tan huérfano de variedad en las siglas a la espera de la eterna promesa de UPyD o de la cada día más inverosímil resurrección del PA.

A la vuelta del cole, la única certeza será el inédito duelo Díaz-Zoido. Dos líderes a los que nadie votó como tales.

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