Cinco Llagas

Suerte, odio y bulos

  • Una broma de dudoso gusto. El portavoz de Vox Alejandro Hernández compara a los diputados enmascarados con sanitarios o malhechores. Nadie le siguió en la ocurrencia

Bendodo saluda con el codo al portavoz de Vox, Alejandro Hernández

Bendodo saluda con el codo al portavoz de Vox, Alejandro Hernández / EFE

UN juego de buenos y malos. En esto se convierten las sesiones de control en el Parlamento andaluz. El portavoz de Vox se adorna con frases de alto voltaje con voz de no haber roto nunca un plato. Ayer inauguró el debate aludiendo a las mascarillas que portaba la mayor parte de los diputados. "Enmascarados como si fuésemos sanitarios o malhechores, según el color del cristal con que se mire". Una ocurrencia reprobable; dice el diccionario de la RAE que malhechor es quien comete un delito y lo hace por hábito. [Vox fue, por cierto, el único partido que no se sumó a los aplausos de toda la Cámara en recuerdo y reconocimiento del exdiputado autonómico Julio Anguita].

Ver como malhechores a los adversarios, o sea como delincuentes habituales, quizá dio tono a una sesión áspera. Un mal precedente para cuando el próximo lunes 25 se constituya la comisión parlamentaria para la reconstrucción económica y social de Andalucía, que va a arrancar muy por detrás de las iniciativas que se han aprobado o planteado en la Unión Europea y también con retraso sobre la comisión nacional que trabaja en el Congreso de los Diputados.

Juanma Moreno buscó el desacuerdo con Susana Díaz de manera expresa. En vez de contestar a sus preguntas sobre inversiones en infraestructuras en los colegios para el próximo curso o contratación extra de profesores, leyó un texto que se había traído escrito de casa con reproches sobre una serie de "bulos" que atribuyó a la dirigente socialista. Por ejemplo que los ertes no se pagaban en Andalucía porque no los había tramitado la Junta. Estos exámenes del gobierno a la oposición ya los hacía la mar de bien el PSOE en épocas pasadas. Y el PP copia la estrategia. Díaz se inició criticando a quienes propugnan un motín contra el Gobierno de la nación, con crispación, pintadas en sedes de partidos, odio y división. Quería decir que lo está sembrando la derecha, pero no mencionó a nadie en concreto. La expresidenta se interesó por los planes de la Junta para la campaña turística, en particular demandó si se hará un certificado de seguridad sanitaria para las playas de la región.

Moreno eludió responder en su primer turno refugiándose detrás del decreto de alarma que subordina la administración autonómica al mando único y le deja escasa capacidad de maniobra. Ya en réplica a su portavoz José Antonio Nieto dejó un buen titular: para el Gobierno de Sánchez la cogobernanza consiste en yo decido y ustedes aceptan. Aprovechó el duelo con su antecesora para amonestarla por sus críticas de las últimas semanas sobre los planes de la Junta de abrir las playas el día 25 o iniciar el retorno escolar el 18, que después fueron ratificados por el mando único. Susana le había advertido del daño reputacional para el turismo si no se dan certezas a visitantes y ayuntamientos. Se lo puso fácil. Juanma le contestó que pérdida reputacional había sido dejar a Málaga y Granada fuera de la primera fase de la desescalada, sin transparencia, sin explicaciones y con mejores datos que Navarra, Rioja o Vizcaya.

Díaz le quiso sacar, sin éxito, una posición a favor o en contra del estado de alarma. Y le pidió prudencia, ante el riesgo de que terminado el confinamiento pudiesen venir visitantes de otras comunidades autónomas a pueblos del interior o de la costa andaluza. Cuando la expresidenta afirmaba con énfasis estar en contra de la confrontación y la crispación era reprendida con voces desde la bancada popular. PP y Ciudadanos se molestan con las reprimendas de Díaz, aunque el tono en los debates andaluces está lejos de la olla a presión de Madrid y los análisis de la expresidenta distan mucho de la tierra quemada que se gasta Casado en el Congreso. Moreno aprovechó su último turno para volver a presumir del escaso impacto del virus en Andalucía, sin salir del argumentario de laboratorio ideado desde el inicio, que también repitió como un soldado su portavoz Nieto.

Sostiene el PP que aquí ha habido menos contagiados y menos muertos por la calidad de nuestros sanitarios, la responsabilidad de los ciudadanos y porque su gobierno se adelantó. Lo que no se corresponde con el porcentaje de sanitarios contaminados que le reprocha Díaz y el escaso número de test realizados. Nunca menciona Moreno que el confinamiento le llegó a numerosas regiones a tiempo de evitar que se extendiera la epidemia, entre ellas a Andalucía. La suerte, según él, es un bulo del PSOE. El Gobierno andaluz con su presidente al frente no evita ocasión de ponerse la medalla de su paso por delante contra el virus. Veremos si el clima entre socialistas y populares mejora de aquí al lunes. Moreno le pidió a Díaz al final de su intervención ideas, propuestas e ilusión, después de decir que habían reprogramado 700 millones de euros de fondos europeos para la reconstrucción social y económica. Y con Nieto se quejó de los variados fondos que el Gobierno le está regateando.

El portavoz de Ciudadanos, Sergio Romero, tuvo que hacer contorsionismo para compatibilizar los pactos de Arrimadas con Sánchez, por "utilidad, responsabilidad, lealtad y consenso", con sus habituales críticas a la izquierda. Y en su idea de buenos y malos, el portavoz de Vox Alejandro Hernández señaló a Tezanos, Yolanda Díaz o el doctor Simón, en una pregunta sobre el empleo en el sector agrario. No quiso Juanma Moreno gastar toda su munición al comentar el alegato de la ministra Díaz sobre las condiciones laborales en el campo andaluz. Se sumó a una petición de explicaciones cursada por todas las organizaciones agrarias y elogió la garantía de abastecimiento de este sector durante toda la crisis sanitaria. Y reservó el presidente su reproche completo para el turno de Adelante Andalucía. Aunque Ángela Aguilera preguntó por la reconstrucción económica y social, ahí Juanma Moreno entró con todo para rechazar que en pleno siglo XXI haya esclavitud en el campo andaluz y la generalización de la ministra.

Aguilera eludió el cuerpo a cuerpo sobre este tema, no quiso meterse en ese pantano, y se centró en las condiciones económicas y sociales en las que quedará Andalucía cuando termine la pandemia, necesitada de empleo de calidad e industria con valor añadido. Ambos estuvieron de acuerdo en que el paro puede llegar al 30% y el PIB retroceder un 15%, pero mientras Ángela Aguilera acusó al PP de no tener un plan para salir de esta situación, Moreno por un lado adujo la herencia recibida y por otro animó a Adelante Andalucía a hacer gestiones para que lleguen fondos de España y la Unión Europea.

No se libró el presidente de sus habituales lapsus que tanto le acercan a Rajoy y Chaves. Una vez más llamó a Aguilera "señora Díaz", convirtió los prejuicios de Podemos en "perjuicios", no se sabe si deliberadamente. Y cuando sacó artillería pesada por la afirmación [errónea] de Garzón del escaso valor añadido que aporta el turismo, lo convirtió en ministro de ese ramo. Es el problema de ser un ministro sin cartera, que cualquiera te vale. Menos la de malhechor, señor Hernández.

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