Andalucía

Susana Díaz propone reformar el Senado o cerrarlo

  • La presidenta de la Junta declara en Barcelona que es incompatible ser socialista e independentista. Sostiene que el único modo de blindar las competencias es con los gobiernos autonómicos. Rechaza como "irresponsable" el pacto fiscal para Cataluña y defiende un modelo único de un pago igual por habitante.

"Soy socialista, no soy nacionalista ni independentista". Así contestó la presidenta de la Junta, Susana Díaz, a uno de los asistentes al foro celebrado ayer en Barcelona que le había cuestionado que el PSC, la marca catalana del PSOE, hubiera roto el equilibrio entre sus dos almas: la emigrante socialista y la burguesa, de izquierdas y catalana, ésa que se ha deslizado ahora hacia la independencia. En opinión de Díaz, en el PSOE, o en el PSC, no cabe una integración entre los defensores de España como Estado y los que quieren a Cataluña fuera de ésta. Y lo dijo en un foro  donde, además de empresarios, intelectuales y periodistas, estaba el primer secretario del PSC, Pere Navarro. Y el ex presidente de la Generalitat José Montilla.

Del mismo modo que en la pasada conferencia política Díaz le tendió la mano al PSC, ayer dejó claro que los partidarios de la independencia sobran en su partido, una opinión que, después de meses de titubeo, también comparte Pere Navarro. "El derecho a decidir es inviable", aseguró durante su conferencia. "Mi oposición es rotunda", sentenció. Hace cuatro meses, también delante de Navarro, pero en el Hotel Ritz de Madrid, sostuvo que el PSC se había equivocado al apoyar el llamado derecho a decir porque, en realidad, detrás de ello sólo estaba la independecia. La rectificación de los socialistas catalanes les va a costar, de momento, la expulsión de tres parlamentarios autonómicos, y ya veremos si, en el futuro, la fractura de esas dos almas.

Díaz mantiene lo mismo en Andalucía que en Madrid, y en Madrid que en Barcelona, aunque no es lo mismo torear en la Maestranza que en Las Ventas. Ni en Las Ventas que en la Monumental, plaza catalana que ya no es de toros: todo un símbolo de lo que le puede estar pasando a España. La presidenta expuso su propuesta federalista en el foro Barcelona Tribuna, entre cuyos patrocinadores está La Vanguardia, y, a diferencia de lo que le ocurrió en Madrid hace cuatro meses, no contentó a todo el mundo. Casi imposible ante una muestra de una sociedad dividida por el independentismo, para la que los matices, los "grises", corren el peligro de quedar difuminados en el ya famoso choque de trenes al que se aproxima Cataluña.

Aun así, la presidenta andaluza avanzó algún paso más en su fórmula federalista, y se atrevió a decir en público lo que casi todos opinan en privado. Por ejemplo, que el Senado debe ser una verdadera cámara territorial donde estén representados los gobiernos autonómicos, con capacidad para aprobar o rechazar por mayoría las leyes que les afecten y que les envíe el Ejecutivo central. Una cámara similar a la de la República Federal Alemana. "Si no es así, eliminemos el Senado", se refirió Díaz a la necesidad de la reforma de una cámara que, en efecto, es territorial en la Constitución, aunque en la práctica es casi una copia del Congreso. Su opinión es que en ese órgano debería decidir el conjunto de los gobiernos autonómicos, una opinión no del todo compartida en el PSOE, y es que algunos de sus dirigentes sostienen que la Cámara Alta debería tener una composición mixta con otros representantes que envíen los parlamentos.

No fue fácil, nada es fácil hoy en Cataluña. Rodeada por algunos de los empresarios más influyentes de Cataluña, caso del presidente de La Caixa, Isidro Fainé,  Díaz hubo de escuchar cómo otro de los asistentes le recriminaba que su discurso se parecía al del PP. El día anterior, en un mitin en Hospitalet, la jefa del Ejecutivo andaluz se preguntó, para subrayar la contradicción, si los hijos de andaluces nacidos en Cataluña podrían pensar algún día que sus padres fueron "extranjeros". Esto no le gustó nada al interviniente, quien le espetó: "Cualquier español de derechas es casi igual que un español de izquierdas". No, torear en Barcelona no es nada fácil en estos momentos. Tan es así que algunos dirigentes socialistas presentes en el Hotel Palace de Barcelona elogiaron que una presidenta autonómica socialista se arriesgase en aguas tan procelosas.

A Susana Díaz la presentó Miquel Roca, padre de la Constitución, abogado de la infanta Cristina y nacionalista convencido. Además de dirigentes del PSC y del ex presidente andaluz José Rodríguez de la Borbolla, con ella se sentaron, entre otros, Javier Godó, editor de La Vanguardia, y Joana Ortega, vicepresidenta de la Generalitat. Horas antes, había estado con el presidente catalán, Artur Mas, a quien también expuso su fórmula de financiación autonómica.

Díaz aseguró en el acto que había sido "irresponsable" solicitar un pacto fiscal para Cataluña, porque era imposible, pero, a cambio, sostuvo que Cataluña estaba mal financiada y que no era "justo" que fuese la tercera comunidad autónoma que más contribuye al Estado y la novena en recibir fondos. La propuesta de la presidenta se basa en calcular un coste básico por habitante, y multiplicarlo por la población de cada comunidad. El coste estándar en servicios básicos (educación, sanidad y servicios sociales) permitiría una igualación entre comunidades, según la presidenta.

Pero a la vez que defendió que Cataluña, como Andalucía, estaba mal financiada, negó que fueran algunas comunidades quienes soportaran el coste fiscal del Estado. "No pagan los territorios, pagan las empresas y las personas", aseguró, y puso el siguiente ejemplo: la principal entidad financiera que opera en Andalucía tributa en Cataluña. Lo repitió dos veces, y es de suponer que Isidro Fainé, el presidente de Caixabank, se sentiría aludido, puesto que es su entidad la que lidera este sector en Andalucía después de la absorción de Cajasol.

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