Juicio a Bretón · Resumen

Todas las miradas puestas en la hoguera

  • La Policía centró sus pesquisas desde el primer momento en la finca de los abuelos paternos en Las Quemadillas, de donde, según la investigación, no salieron los niños.

La finca de los abuelos paternos, situada en Las Quemadillas, centró la investigación policial tan sólo unas horas después de que José Bretón denunciase la desaparición de sus hijos. Según su versión, los pequeños se le perdieron de vista por un "despiste" en el Parque Cruz Conde, pero este relato de los hechos no convenció a los agentes, que durante esta semana han prestado declaración en el juicio con Jurado en el que se juzga a Bretón por el supuesto asesinato de los menores. Uno de los testimonios más reveladores ha sido el del comisario que ha llevado el grueso de la investigación, Serafín Castro, que con rotundidad aseguró que desde un primer momento la Policía tenía claro que no era una desaparición normal, sino que tenía un "origen criminal" y que los hechos habían ocurrido en la finca, donde encontraron la hoguera con los restos óseos. Éstas son las claves de la segunda semana del juicio contra José Bretón.

En tan sólo "diez minutos" de conversación con el acusado, algunos agentes se percataron de que muchos detalles de su versión no cuadraban y que "algo olía raro". A esto se unía la "frialdad" del padre de los dos menores desaparecidos, que en ningún momento perdió la compostura. "Todas las personas cuando denuncian una desaparición están desesperadas, angustiadas e, incluso, muestran un sentimiento de culpa. Yo en ningún momento he notado que el acusado se sintiera culpable o arrepentido por cometer un error", insistió uno de los agentes que estuvo con el imputado el mismo día de la desaparición.

En sus conversaciones con los agentes, tanto en el Parque Cruz Conde de Córdoba como en la comisaría cuando interpuso la denuncia, Bretón mostraba una "total falta de interés" y era "poco comunicativo" a la hora de aportar detalles. Fue a última hora de la tarde cuando el acusado puso en conocimiento de los agentes que pasó la mayor parte del día en la parcela de sus padres junto a sus hijos. A partir de ese momento la Policía no dudó en desplazarse hasta allí y ampliar su radio de búsqueda. José Bretón ya se había convertido en el principal sospechoso.

Ya de noche, la Policía buscaba a los niños "con vida" en la parcela de sus abuelos paternos. En este primer registro rastrearon tanto las viviendas de la finca como sus alrededores. Fue entonces cuando encontraron la hoguera, que aún desprendía calor. "Al principio no le dimos importancia a la hoguera porque buscábamos a los niños con vida", aseguró uno de los agentes. Ante este hallazgo Bretón ofreció nuevos datos que no encajaban con lo que había declarado antes. Si en su declaración dijo que había pasado la tarde junto a los niños en el interior del vehículo mientras ellos permanecían dormidos, por primera vez confesó a la Policía que había hecho la hoguera para "quemar recuerdos" -ropa y apuntes- de su exmujer, Ruth Ortiz.

No sería hasta el día siguiente -9 de octubre- cuando la Policía centró sus pesquisas en la hoguera. A los agentes de la Policía Científica, sobre todo, les "extrañó" su tamaño inusual, su forma -alargada en vez de redonda- y que había llegado a alcanzar a algunos de los naranjos más cercanos, que quedaron chamuscados. En medio de la pira se encontraba una mesa metálica que aún desprendía calor y multitud de fragmentos óseos entre las cenizas. Con este escenario, los agentes no dudaron en pedir la presencia en este escenario de un médico forense.

En un principio, según los testimonios de los agentes ante el Jurado Popular, se extrajeron tres huesos para un primer análisis. Al llegar el forense, ya entrada la noche, y después de una inspección ocular, no pudo determinar el origen animal o humano de los restos, por lo que era necesario un análisis más minucioso de las muestras recogidas. De ahí surgió la decisión de proteger y custodiar la hoguera hasta que al día siguiente llegara la perito especialista, Josefina Lamas. No obstante, los testigos insistieron en que la hoguera no fue removida" con un palo que estaba cerca y que se examinó a pesar de que "no era de relevancia para los hechos" que se estaban investigando.

El día 10 los agentes de Policía Científica se encargaron de hacer una especie de cuadrícula sobre la hoguera para facilitar el análisis de los fragmentos óseos a la antropóloga de la Policía, que finalmente llegó a la finca a las 18:00. Su estudio de la hoguera se prolongó hasta las 03:00. Uno de los agentes que participó en esta labor explicó que durante la extracción de los restos, éstos fueron depositados en sobres y en cajas. Los efectivos de la Policía Científica insistieron en que la experta no fue sometida a presiones y que en ningún momento hubo "tensión en el ambiente", que fue a lo que se aferró Lamas por el error en su informe. Durante todo el proceso de recogida de muestras, los agentes insistieron en que guardaron un silencio sepulcral, ya que eran "conscientes" de que el escenario "podía ser relevante". Los huesos que se recogieron eran, sobretodo, de "pequeño tamaño" y se encontraban en un "estado delicado". La antropóloga comentaba a los agentes presentes la forma de los huesos extraídos y en todo momento confirmó que eran de origen animal. Una vez recogidos los restos ante la presencia de Bretón, se trasladaron a las dependencias de la Brigada de la Policía Científica, "donde se quedaron en el despacho del jefe de la brigada, cerrado con llave". A esta sala únicamente tienen acceso los miembros de la brigada. De modo que, las muestras quedaron "debidamente precintadas y custodiadas" hasta que fueron analizados por la perito antropóloga, y una vez acabado el análisis, el día 11 de octubre, fueron trasladados a Sevilla.

El comisario y jefe de la Unidad de Delincuencia Especializada y Violenta (UDEV) en el momento de los hechos, Serafín Castro, llegó a Córdoba el 13 de octubre de 2011 para hacerse cargo del caso. Desde un primer momento, tal y como aseguró el pasado martes durante su declaración ante el Tribunal Popular, que la Policía tenía claro ya que el origen de la desaparición era "criminal". Incluso, fue más allá, afirmando que, tomando como base a la variable espacio-tiempo, todo indicaba que los pequeños tenían que estar en la finca de los abuelos paternos, situada en Las Quemadillas, "sí o sí" y que "no hay duda" de que los restos de la hoguera son de los niños. Los agentes reconstruyeron el mismo día del suceso, así como con posterioridad, todos los pasos que José Bretón dio con sus hijos y sólo quedaban unas horas sin explicación, en concreto, entre las 14:00 y las 17:00, en las que, tal y como confirmó Bretón, "los niños estuvieron en la finca", reiteró. En las numerosas búsquedas en las finca, que concluyeron en agosto de 2012 después de que saliese a la luz el informe del antropólogo Francisco Exteberria confirmando que los restos eran humanos, Castro aseguró que se emplearon todos los medios al alcance de la Policía. Además, confirmó que se han tenido abiertas todas las líneas de investigación, buscando, incluso, a los niños con vida fuera del país.

Tras su llegada, el comisario participó de forma activa en los registros de la finca. Todos se realizaron con la presencia de José Bretón, con quien el comisario mantenía un contacto directo. De esas jornadas que compartieron juntos, Castro recordó en su declaración la "frialdad" y la "tranquilidad" del acusado. "Parecía como si con él no fuese la fiesta. Su tranquilidad era pasmosa", aseguró. Incluso, aludió a tres episodios concreto, poco comunes en un padre que acababa de perder a sus dos hijos. El primero tuvo lugar una noche de búsqueda. El comisario quiso hacer un receso para la cena. En ese momento, según relató, Bretón "dijo que quería seguir y que invitaba a todos lo agentes a la comida". En otra ocasión el comisario le comentó al acusado que la teoría de la pérdida en el Parque Cruz Conde estaba "desmontada", a lo que el imputado le confesó que era algo que "no controlaba". En una tercera ocasión, cuando se estaban registrando los "techos y las paredes" de la casa de la finca, le pidió al acusado que le dijera "dónde están los niños" y éste le comentó que "no me lo podía decir". Este comentario, según Castro, mostraba que Bretón tenía una primera parte de su plan "planificada a priori" y otra "no planificada" a partir del momento en el que salió de la finca y que "no podía controlar", puesto que puesto que participaban terceras personas a las que el acusado no controlaba.

Los agentes también detallaron varios episodios en los que Bretón tampoco se mostraba muy afectado por los acontecimientos. En concreto, detallaron que en la noche del 10 de octubre José Bretón sacó un radiocasete que tenía en la casa para escuchar música y "formar una juerga". En otra ocasión Bretón les contó "un episodio sexual que tuvo con una prostituta rumana" días antes de los hechos, al tiempo que se refería a la madre de los niños, en un tono "muy despectivo", como "la zorra esa" o el "pendón desorejado". Otro día los agentes le propusieron al detenido ver el fútbol e ir a un prostíbulo si éste les decía dónde se encontraban los niños, a lo que Bretón les contestó que "le parecía un buen plan".

José Bretón cambió de nueva versión de la desaparición de sus hijos después de ser detenido, el 17 de octubre de 2011. Así lo desvelaron los agentes que participaron en su arresto durante la octava sesión de la vista oral con Jurado Popular. Bretón ofreció el nuevo relato de los hechos minutos después de ser detenido, momento en el que pidió mantener contacto telefónico con la madre de los pequeños, Ruth Ortiz. "Al detenerlo suspiró como diciendo al fin ha ocurrido esto y, de inmediato, nos dijo que quería hablar con Ruth para contarle lo que pasó realmente en el parque". Según le dijo a los policías dejó a los niños al "inicio" del Parque Cruz Conde mientras él buscaba un aparcamiento para su vehículo. Tras dar una vuelta y volver al lugar a por ellos "ya no se encontraban allí". Esta versión se contrapone con la que Bretón ha defendido a capa y espada desde el momento en el que denunció la desaparición de sus hijos y que repitió en su declaración ante el jurado. En ese momento volvió a repetir que los niños desaparecieron en el parque a causa de un "despiste" cuando él se encontraba sentado en una barra de abdominales.

El acusado, José Bretón, que se enfrenta a una pena de 40 años de prisión

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