POR dos veces en la misma semana, el flamante presidente electo de la Junta, que lo es también en funciones, ha señalado líneas políticas de futuro en la dirección correcta para que Andalucía acorte la distancia que históricamente ha tenido no sólo respecto al conjunto de España, sino sobre todo a los territorios más desarrollados.

En su discurso para clausurar la presentación del Anuario Joly Andalucía 2022, Juanma Moreno fijó el martes una tríada de políticas a desarrollar por su nuevo Gobierno fuerte, con mayoría suficiente, como le gusta decir, obviando el término absoluta.

Esa tríada propone profundizar en una política fiscal competitiva, singularmente con Madrid; una revolución educativa, que potencie la formación profesional dual de jóvenes que les permitan un acceso exitoso al mercado laboral, y una política económica que atraiga inversión.

Y ayer, en línea con ese último objetivo, Renault decidió presentar su apuesta por convertir su fábrica de Sevilla en centro de referencia en la producción de cajas de velocidades para vehículos con motorización híbrida, en el Palacio de San Telmo.

Pese a que el presidente capitalizaba políticamente este éxito, Moreno no cayó en la autocomplacencia (algo que fue la tónica general en esa misma sala de prensa del  antiguo seminario) y se puso deberes, no ya para la legislatura que comenzará la próxima semana, sino para todo un decenio: quiere que la industria sea mucho más relevante en Andalucía, hasta suponer el 17% o el 18% del Producto Interior Bruto (PIB) regional. Eso nos pondría en la media nacional y bastante más cerca de País Vasco y Navarra, donde la industria supone la cuarta parte de la actividad. Porque si Andalucía quiere estar entre los territorios más avanzados necesita tener más industria, que habitualmente ha estado sólo entre el 10% y el 11% del conjunto del PIB.

Y eso a pesar de que Andalucía tiene dos grandes polos industriales, el del Campo de Gibraltar –segundo de España tras el de Tarragona– y el de Huelva.

Andalucía no se puede permitir perder ni más industria ni más tejido productivo.  Algo que hay que gritar cuando una de las empresas que más empleo da en Sevilla, Abengoa, está hoy al borde del colapso, salvo que un juez rectifique y permita el único rescate, privado además, que hay sobre la mesa y que mantendría el conjunto unido.

El reto que se ha puesto Moreno no es sólo para su Gobierno, que por supuesto. Lo es para el conjunto de la sociedad andaluza, que debe dejar atrás mentalidades basadas en un sector público elefantiásico y propiciar que la inversión privada fluya hacia Andalucía, porque son las empresas las que crean y distribuyen mejor la riqueza.