Andalucía

El delicado 'arte' del subastero

  • Durante décadas las subastas públicas han sido coto de unos pocos

El sistema de subastas públicas para bienes embargados, único sistema conocido para recuperar deudas de morosos, es un coto tradicional de unos pocos artesanos, los subasteros, licitadores profesionales, sin los cuales las 63.000 de las 67.000 subastas judiciales que quedaron desiertas en España en el 2014 serían casi la totalidad. A éstas hay que añadir las subastas de otras administraciones. Sobre todas ellas pesa, al final, la sombra de la duda por un sistema imperfecto que, desde el pasado año, con las subastas judiciales y de la Agencia Tributaria telemáticas se pretende extender a un mayor número de la población. Porque lo que es seguro es que si usted está interesado en un lote y acude por primera vez a una subasta presencial no se va a enterar de nada.

De los subasteros se dice que ya lo han inventado todo. Por ejemplo, dos subasteros acuden pactando sus pujas, una muy alta y otra muy baja. El de la alta gana el lote y luego no deposita el dinero, por lo que se la queda el segundo con el precio a la baja. Otra: subasteros descubren un intruso interesado en un lote (un lote en los años del estallido de la burbuja era muchas veces un piso a precio de ganga), por lo que advierten al interesado que elevarán la puja a no ser que se les pague una determinada cantidad, en cuyo caso se retirarían.

Y es que del licitador profesional se suele pensar que, debido a que pasaba tanto tiempo en las subastas, contaba con información privilegiada. Un subastero sin información no es subastero ni es nada. Vayamos a un caso concreto ocurrido en El Puerto en agosto de 2015, cuando un matrimonio se queda con un piso en Sevilla valorado en 300.000 euros por 30.000 euros gracias a una subasta de la que nada sabían los propietarios, herederos de una mujer que debía 5.000 euros de IBI por otro inmueble, éste en El Puerto, que, curiosamente, no fue subastado. Ese piso adjudicado en 30.000 euros fue vendido sólo unos meses después en 165.000 euros. Un negociazo de este tipo sólo es posible gracias a la información. El caso aún va dando tumbos en los juzgados, pero parece tener mal arreglo para los herederos. El sistema de susbastas es así.

Y si ganan los que tienen información, cómo no se va a pensar que quienes mejor información manejan, los depositarios de la información, no se vayan a ver tentados de pertenecer al negocio. Esto sucedió cuando la división de asuntos internos de los Mossos d'Esuadra descubrió un negociete de diez de sus agentes de Tarragona que, con la participación presunta del jefe de Tesorería de la Seguridad Social de Tortosa, lograban que amigos y familiares de los implicados tuvieran los mejores coches embargados de la provincia, algunos de ellos pertenecientes a narcotraficantes. Por ellos habían pagado cantidades ridículas. Y es que se calcula que en las subastas las pujas nunca llegan, de media, ni al 15% del valor del bien embargado. Los acreedores del Grupo Jale, por poner otro ejemplo, han denunciado que se está malvendiendo a través de subastas lo que fue uno de los grandes holdings turísticos de la provincia y, por poner otro ejemplo, la quebrada Ciudad de la Luz, un complejo alicantino que costó 300 millones fue sacada a subasta por la Generalitat valenciana por 90. Nadie pujó. A los subastadores les pareció desorbitado.

Las subastas telemáticas deberían elevar el precio de estos lotes no menos de un 25%, según las primeras estimaciones, ya que la fórmula está pensada para echar del sistema a los subastadores que alteran los precios.

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