Medio ambiente

El desierto devora Andalucía

  • La comunidad autónoma andaluza es la que mayor peligro tiene de desertificación junto a Cataluña

  • Una quinta parte de Andalucía sufre un proceso de alta erosión, causado por el cambio climático y la actividad humana

  • La sequía seguirá siendo un problema

Embalse de La Viñuela, en la provincia de Málaga .

Embalse de La Viñuela, en la provincia de Málaga . / Jorge Zapata / Efe

El planeta está vivo. Cabría afirmar también, cómo no, que el planeta se está muriendo, aunque en algunas zonas agoniza más rápidamente que en otras. Es el caso de Andalucía, donde el desierto es un depredador salvaje. La erosión devora Andalucía y seguirá devorándola. Alrededor de una quinta parte de su superficie sufre un elevado proceso de erosión. Tanto es así que, junto a Cataluña, es la comunidad autónoma donde más peligro hay de convertirse en arena estéril.

Es lo que indica el borrador de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación, que avisa de que Andalucía y Cataluña están a la cabeza de España en los "procesos erosivos de gran calado". Estos procesos, explica el texto del Ministerio para la Transición Ecológica (Miteco), están provocados principalmente por la actividad humana y el cambio climático, fenómenos que están provocando una progresiva degradación de las tierras de zonas subhúmedas, semiáridas y áridas.

La desertificación, además, se ha acelerado en los últimos años fundamentalmente a causa de factores sociales y económicos. Son la conversión de cultivos de secano en cultivos de regadío y el incremento en el número de explotaciones ganaderas intensivas las principales causantes.

Todo esto se traduce en hechos que hacen del territorio andaluz uno de los más perjudicados de España. Como muestra, varios ejemplos. La cuencas hidrográficas que vierten en la Andalucía atlántica sufren un estrés hídrico extremo que conlleva una alta exposición a sequías. La mitad sur peninsular, alerta el Miteco, concentra el mayor volumen de agua subterránea en mal estado. Y más de la mitad de las cuencas mediterráneas andaluzas registran un mal estado químico.

Distribución de superficie según niveles erosivos. Fuente: Inventario Nacional de Erosión de Suelos (INES), 2019. Distribución de superficie según niveles erosivos. Fuente: Inventario Nacional de Erosión de Suelos (INES), 2019.

Distribución de superficie según niveles erosivos. Fuente: Inventario Nacional de Erosión de Suelos (INES), 2019. / Departamento de Infografía

"A pesar de que la agricultura española viene experimentando un proceso de incremento de la eficiencia en el uso del agua, que se ha traducido en una ligera reducción del consumo de agua, de la revisión de los planes hidrológicos de las diferentes demarcaciones y el análisis de las presiones que sufren las masas de agua en relación a las actividades agrícolas, puede deducirse que, salvo en las demarcaciones cantábricas, Galicia-Costa y Miño-Sil, todas las cuencas de España sufren un cierto grado de estrés hídrico. De hecho, alrededor de la mitad del territorio español, particularmente las cuencas que vierten al Mediterráneo y a la Andalucía Atlántica, sufre actualmente un estrés hídrico severo, lo que combinado con la irregularidad típica del clima Mediterráneo conlleva una alta exposición a sequías", dice el borrador de la Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación.

La Axarquía, foco de la desertificación

La comarca malagueña de la Axarquía es una de las principales zonas en riesgo de desertificación de la península ibérica, una situación agravada por el auge de cultivos de regadío de frutos subtropicales, según han denunciado a Efe varios especialistas. El problema es que se trata de una zona montañosa donde no sobra el agua y, por ello, dedicada tradicionalmente "al cultivo de secano en las laderas, construyéndose terrazas o balates para evitar la pérdida de suelo", explica el coordinador de GENA-Ecologistas en Acción Rafael Yus.

Las nuevas plantaciones de mango y aguacate "están agotando los recursos hídricos de la zona hasta el punto de que se ha valorado emplear plantas desaladoras para abastecer a la población y poder destinar la totalidad del agua embalsada a la agricultura", cuando, en su opinión, "los cultivos no necesitan tanta agua como demandan" los propietarios".

Además, denuncia Yus, "el agua sobrante es vendida por los agricultores a los dueños de otras explotaciones que han superado el límite permitido" de consumo. El ecologista le reclama a la Junta de Andalucía una intervención directa para "mejorar el sistema de riego" y "limitar las hectáreas destinadas al cultivo".

El borrador de la Estrategia Nacional de Lucha Contra la Desertificación informa de que entre 2008 y 2018 las tierras de cultivo disminuyeron un 3% mientras que las de regadío de cultivos leñosos como el mango se incrementaron un 2% y certifica que las provincias más perjudicadas por la pérdida de suelo en España son Málaga y Barcelona.

La huerta de Europa, el desierto de Europa

"Las pérdidas medias en los suelos agrícolas en algunas provincias como Barcelona o Málaga se sitúan en torno a las 90 toneladas por hectárea y por año y en otras, como Castellón, Jaén, Girona, Córdoba y Granada, ese indicador se encuentran entre 40 y 50 toneladas por hectárea y por año. El porcentaje de superficie agrícola con pérdidas por encima de toneladas por hectárea y por año es un buen indicador de la extensión de la problemática en algunas provincias, como son Barcelona (91,5%), Jaén (83%), Málaga (80%) y Córdoba (72%).

El portavoz de Greenpeace, Julio Barea, cree que esta situación de extremo peligro de desertificación sólo se revertirá si se toman "medidas políticas" para paliar la situación, como "racionalizar y disminuir el número de cultivos en España". "Ser la huerta de Europa nos acabará condenando a ser el desierto de Europa", ya que "todos los planes hidrológicos autonómicos estimulan el aumento en la superficie de regadío, hasta el punto de animar a usar una cantidad de agua con la que no contamos" en realidad, según Barea.

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