Andalucía

Ilustradísimas por la Igualdad: activismo y feminismo sin complejos

Exposición Ilustradísimas por la igualdad

Exposición Ilustradísimas por la igualdad / José Angel García (Sevilla)

No hay que viajar a Barcelona o Madrid para situarse en la vanguardia del feminismo. El que tiene que ver con la igualdad real, con lo irreverente, con lo incómodo, con lo inconformista. Desde la palabra y desde el arte.

El Museo Reina Sofía expone estos días una retrospectiva de Ida Applebroog (Marginalias) capaz de sugerir y provocar tanto como escandalizar: durante dos meses estuvo la artista norteamericana dibujándose sus genitales como terapia de recuperación tras una profunda depresión... En el Teatro María Guerrero, Marta Pazos sorprende con una subversiva versión de la Comedia sin Título de Lorca que aplaudiría el Dalí más transgresor...

A este lado de Despeñaperros, en Torre Sevilla, son siete las creadoras que han unido sus trazos y sus voces para ilustrarnos sobre esa igualdad en pequeña y gran escala que tiene que ver con nuestro día a día, con lo más cotidiano y con lo más global. Con derribar muros y con enterrar tabúes.

Feminismo y activismo sin complejos. María Hesse, Irene Mala y Diana Montero (Precariada) se alejan de los tópicos y de lo políticamente correcto para invitarnos a transitar por todas las aristas de la igualdad: para denunciar un 25-N que, “incluso en los casos más extremos donde nos golpean, violan y acaban con nuestras vidas, se nos pone en duda”; para recordarnos que “no estamos locas”, que la sangre no es azul (es roja) y que “no somos seres tóxicos e impuros por menstruar”; para reivindicar que “las mujeres no tenemos límites” incluso en estos tiempos “mierdennials” donde tan necesario es la crítica y el humor.

Su obra forma parte de Ilustradísimas por la Igualdad, una exposición que se ha inaugurado este lunes en la capital andaluza y que, promovida por la Consejería de Igualdad de la Junta a través del Instituto Andaluz de la Mujer (IAM) con la colaboración de Grupo Joly, ya planea en volverse itinerante y crecer. Y es que son muchas, cada vez más, quienes entienden que “crear conciencia” es la única forma de cambiar el sistema. Sin exclusiones. Sumando géneros y generaciones. Con planes integrales y trasversales que definan una estrategia pública sólida y con recursos, pero también desde abajo, educando y sensibilizando con pequeñas gotas de agua que nos hagan interiorizar lo que significa la igualdad.

“Lo que no se nombra no existe pero lo que no se ve tampoco”. Con esta contundencia se expresó la consejera de Igualdad, Rocío Ruiz, en la inauguración de una muestra reivindicativa y comprometida que se presenta como “una ventana a la realidad de las mujeres a través de la ilustración” y que se alinea a modo de “pequeño gesto” con iniciativas pioneras y “ambiciosas” de la Junta como el Primer Plan Estratégico para la Igualdad de Mujeres y Hombres en Andalucía, que obligará a todas las consejerías, las universidades y las entidades locales y que ya está en su “fase final”; la Primera Estrategia de Conciliación que asume que “el problema no es de las mujeres sino de la sociedad” o el Primer Plan Integral de Sensibilización y Prevención contra la Violencia de Género que justo pone el foco en la importancia de anticiparse y educar.

Como se puso de manifiesto en el debate mantenido por María Hesse, Irene Mala y Precariada en la apertura de la exposición, no hay diferencias desde la política y el arte cuando se trata de reivindicar un feminismo inclusivo que tiene que ver con la “valentía” de hablar de “supervivientes” y no de víctimas; de sumar a los hombres como “aliados” y de focalizar en la “educación” la mejor “vacuna” contra la desigualdad.

Lo dijo con firmeza la consejera: “No podemos rebelarnos si antes no comprendemos”. Y ese es justo el espíritu que ha motivado una muestra que también cuenta con el apoyo de Torre Sevilla, Sobi, Coca-Cola y Bristol Myers Squibb y en la que también participan Pedrita Parker, Adelaxd (Adela por Dios), Gazpacho agridulce y El futuro es brillante (Elisa Riera).

“El día que un hombre piense que ha tendido la ropa cuando empiece a llover, ese día habrá cambiado el mundo”. Las palabras con que icónicamente situó la consejera Ruiz el horizonte de la “lucha feminista” bien podrían estar integradas en cualquier de las viñetas de la exposición. Treinta y cinco paneles que transitan desde la desigualdad entre hombres y mujeres al desafío que sigue siendo la conciliación pasando por la denuncia de todos los tipos de violencia machista que perviven arraigados en nuestra sociedad.

“Fomentando”, como expuso Ruiz, “una visión de las mujeres más realista, diversa, real, cotidiana, no estereotipada, sexista o sexualizada” que nos anime a dejarse de ser “cómplices inactivos” a convertirnos en “agentes de cambio y transformación social”.

No es ninguna utopía. María Hesse, Irene Mala y Diana Montero son protagonistas del profundo movimiento de activismo que se expande en las redes sociales con la misma fuerza con que se enfrentan a diario con el “miedo al fracaso”, se esfuerzan y “perseveran” por abrirse camino en un mundo exigente y precario en lo que “no hay fórmulas mágicas para lograr el éxito” y combaten contra los mensajes incendiarios de odio e intransigencia de quienes siguen postulándose como guardianes del patriarcado.

Sin haberlo planeado, orientadas por su propia necesidad de contar, de utilizar el arte como válvula de escape, las protagonistas de Ilustradísimas por la igualdad representan a una cantera de pensadoras y activistas que están transformando el debate en las redes sociales sobre la lucha de género a través de su obra. Trazos de arte y palabras, no “dibujitos” de distracción como reflejo de esa asignatura pendiente a nivel social y educativo que aún supone dedicarte profesionalmente a la ilustración en nuestro país. De ahí que, aunque se mostraron confiadas en que se puede “vivir de la ilustración”, advirtieran que eso muchas veces significa “sobrevivir” y “malvivir”.

En su periplo entre arte, denuncia y creación, María Hesse, Irene Mala y Precariada han terminado por identificarse más con el yo construido que con el real. Unas veces irónicas y divertidas; otras gamberras y hasta grotescas; siempre contestatarias y provocadoras; nunca cómplices ni indiferentes. Ejerciendo, sin buscarlo, de ilustradísimas por la igualdad.

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