Andalucía

El fracaso escolar no sabe de idiomas

  • Un profesor critica el programa de la Junta para el aprendizaje lingüístico de extran¡eros

Las familias de los más de 10.000 alumnos inmigrantes que cursan estudios cada año en los centros granadinos no son los únicos responsables del elevado índice de fracaso escolar que existe entre este sector de la sociedad. "Hay poca confianza en la formación académica, lo que se traduce en un alto índice de absentismo, falta de expectativas, abandono prematuro de los estudios y renuncia a los niveles superiores de la enseñanza". Éstas son algunas de las conclusiones que se desprenden de la investigación realizada por el profesor del departamento de Sociología de la Universidad de Granada (UGR) Félix Fernández Castaño.

Tras analizar durante los dos últimos años a la comunidad escolar del IES Cartuja de Granada, el centro con mayor diversidad de alumnado de la capital (18 nacionalidades de origen) y también con un alto índice de fracaso escolar, el sociólogo considera que los programas de enseñanza y adaptación lingüística que desarrolla la Consejería de Educación en 154 centros de la provincia son insuficientes y poco efectivos.

La Junta creó en 2003 las Aulas Temporales de Adaptación Lingüística (ATAL) con la finalidad de integrar al alumnado inmigrante en los centros educativos y favorecer su incorporación a los ritmos y actividades de aprendizaje propios del nivel en el que se escolaricen. Sin embargo, tanto las familias y alumnado autóctono como las extranjeras critican la ineficacia de estos programas.

"Es imposible que un niño extranjero pueda aprender el español con dos sesiones a la semana de ATAL durante un par de meses", explica el profesor Fernández, quien afirma que la comunidad escolar reclama que los programas de adaptación lingüística se impartan hasta que el alumno inmigrante entienda el idioma.

Además, "la mayoría de los docentes encargados de las ATAL en Granada desconocen otro idioma que no sea el español, inglés o francés -continúa el sociólogo-, así que, ¿cómo van a enseñar nuestro idioma a un niño marroquí, chino o rumano?".

Fernández asegura que él ha visto cómo se les da el alta en estos programas sin que sepan un mínimo de español y se ven obligados a ir a clases donde no entienden nada.

Ahí empieza el calvario no sólo para los alumnos inmigrantes, sino también para los docentes y alumnos autóctonos, que se ven obligados a ralentizar el ritmo y el nivel de enseñanzas que se imparten en el aula.

"Las familias de los estudiantes autóctonos piden incluso que la Administración reparta a los inmigrantes en todos los centros de la ciudad para evitar los guetos", argumenta Fernández. Pero esto no es posible porque la escolarización se realiza para todos en función de su domicilio.

Además, se les ubica según su edad, lo que constituye, según este profesor, un "gran error" porque el sistema educativo español no se parece en nada a los extranjeros.

"Hay que prestar más atención a su competencia curricular para decidir el curso donde insertarlos", dice.

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