Las líneas rojas de la repetición electoral en Andalucía

Juan Moreno, presidente de la Junta, saluda el viernes a una vecina en Huelva.

Juan Moreno, presidente de la Junta, saluda el viernes a una vecina en Huelva. / Alberto Domínguez

El presidente andaluz, en su condición de candidato, no descartó una repetición electoral. Es un horizonte poco verosímil pero muy desalentador. Como forma de pedir un voto útil resulta, de entrada, enojosa. Nadie quiere oír cómo le ofrecen esa perspectiva, y más tras esta larga primavera preelectoral. Parecería más lógico haber dicho: "Los andaluces pueden tener la tranquilidad de que hay líneas rojas y en ningún caso, en-nin-gún-ca-so, pactaré un Gobierno que no respete el Estatuto y nuestros principios". Ése es un mensaje positivo, de compromiso ideológico y de compromiso con los andaluces. No es muy diferente, pero sí es muy distinto.

¿Fue un error? Eso parece; de hecho, nadie está a salvo de cometerlos en una campaña de micrófonos a tiempo completo donde hay que diseñar maniobras no unidireccionales al haber un tablero multipartidista. Pero, ¿y si no lo fue? Al cabo todo esto le ha servido a Juanma Moreno como altavoz de sus líneas rojas. El titular enojoso pero efectista de la repetición electoral le prestó los focos a eso. Y a estas alturas, nadie descarta que tenga que pactar, pero nadie lo ve como pareja de Vox, que es el marco agitado desde la izquierda. Juan Marín añadía que esa pareja Moreno y Olona "no duraría ni dos días". Tal vez el mensaje peligroso de la repetición electoral, por fas o por nefas, acabó funcionando bien. "Andalucía no está para experimentos", ha dicho después Juanma Moreno, y se le ha entendido quién es la gaseosa dorsiana.

El camiseteo de Olona

Macarena Olona y su equipo han apostado por una campaña de provocaciones, de ruido, de memes, ofreciendo no una candidata en la que creer sino un esterotipo con el que identificarse. Esta semana se despedía del Congreso con una camiseta de Morante para su última estocada parlamentaria, y después se cambió de camiseta para subir a la tribuna con una de piolín. En su concepción de la pelea, no hay nada más parecido a un candidato de Vox 2022 que un candidato de Podemos 2015: ellos convirtieron la camiseta en parte de su retórica parlamentaria. Allí estaba Juanma del Olmo con aquella camiseta de los papeles de Bárcenas; Sofía Castañón con una de tetas; Diego Cañamero con "Yo soy Maduro" o "Bódalo libertad"; todos de verde en marea, todos con "Yo voy a la huelga feminista"; otra de "Acción antifascista"...

Los mensajes de camiseta dan para lo que dan, y son lo que son. Pero Vox no vende propuestas sino emociones. "Cada andaluz es un olivo", frase de 1º de Miguel Hernández, dijo Olona el viernes en Málaga, ante algo más de quinientos seguidores sin apenas propuestas. En el capítulo de emociones, apartado especial para el victimismo. Como Podemos en 2015, su mensaje es que sólo ellos son auténticos, y los demás son parte del sistema corrompido. Es incierto el impacto que tendrá una campaña así, por demás característica de la época. Pero una campaña enlatada de golpes de efecto siempre conlleva el riesgo de acabar en caricatura.

Suavones contra Teresa

Podemos, IU y los suyos, léase Por Andalucía, han consumado su impugnación para sacar a Teresa Rodríguez de los debates. La vendetta del sector comunista puede hacerse con la metáfora del piolet. Es particularmente feo porque después de dejarla sin fondos, aspiran a dejarla sin voz. El mensaje a la ciudadanía es que ante todo en la izquierda son enemigos, algo que difícilmente les beneficiará.

Teresa estaba a destinada a ser animadora del debate, y seguramente a ofrecer un buen duelo con Olona. En efecto, eso parece que es lo que sus ex conmilitones tratan de evitar. Ahora, dice ella, "un debate de suavones y suavonas le va a dar las de ganar a Macarena Olona". Por supuesto, habrá apelación hasta el final pero el problema para Teresa Rodríguez es que el concepto de grupo significativo también está tasado. Ella, a diferencia de Olona, sí que puede decir que la quieren fuera de los debates. Y éste, por cierto, va a ser un pecado original que arrastrará el liderazgo de Inma Nieto.

Sánchez con Espadas

Tercera semana con sabatina de Pedro Sánchez en la campaña del PSOE. En Jaén y Granada sin demasiado público pero con mucho telediario. Claro que las campañas ya no se miden en aforo sino en likes, por más que los aforos siempre indican algo. Dos Hermanas, territorio Toscano, el alcalde histórico de la localidad con el carnet nº1 de sanchista, era apuesta segura. Es el lugar donde empezó a derrotar a Susana Díaz. Ayer iba acompañado de ocho ministros, todo un despliegue: María Jesús Montero, Luis Planas, Reyes Maroto, José Manuel Albares, Isabel Rodríguez, Diana Morant, Raquel Sánchez y Félix Bolaños. No es el secretario general del PSOE en campaña, ¡es el Gobierno!

Tal vez Juan Espadas, que ha acertado a buscar la complicidad de los sindicatos como correa de transmisión más eficaz, se preguntara si Sánchez hace campaña para la candidatura andaluza o para sí mismo. El presidente del Gobierno necesitaba vitaminarse después de una semana bastante tortuosa: las concesiones a los indepes no se convirtieron en ningún apoyo, deja el prestigio del CNI tocado, bastante enfado por sus ambigüedades con la Corona, una Ley Audiovisual rescatada por el PP mientras se le revuelven los productores independientes (firmas en contra de Almodóvar, Resines, Leticia Dolera, Santiago Segura, Paco León, Antonio de la Torre...)... De hecho, Sánchez ayer optó por ausentarse del desfile del Día de las Fuerzas Armadas (¿para evitar el abucheo?) dejando al Rey con sólo dos ministras. Una aportación incierta.

Marín contra Sánchez

La debilidad de Sánchez ha hecho a Marín enfocar ahí una línea de campaña: "Pedro, ¿alguna vez vas a dejar de maltratar Andalucía, que es mi tierra? ¿Alguna vez vas a dejar de robarle a los andaluces los recursos para que puedan tener más oportunidades? ¿Siempre vas a estar al lado de los que quieren romper este país...?". Con el sanchismo tocado, el antisanchismo como munición. Ciudadanos necesita potencia de fuego para pelear. Y esta apuesta no es contradictoria con el mensaje de Arrimadas de acabar con la referencia a las nacionalidades en la Constitución para eliminar la idea de comunidades de primera y de segunda, de modo que sólo se aluda a comunidades. Las asimetrías sientan mal en Andalucía, donde la clase política ha convertido en mantra eso de "ni más que nadie, pero tampoco menos que nadie". Ciudadanos parece volver a los orígenes, a buscar oxígeno en ese antinacionalismo que lo hizo crecer.

Yolanda ahora sí

Inmaculada Nieto se fotografía con Yolanda Díaz y su gente. Es una buena foto. El Frente de Yolanda Díaz parece que se amplía por el sur, donde también necesita Sumar. La percepción, sin embargo, es que Yolanda Díaz ha movido ficha en Andalucía demasiado tarde. Siempre pensó que era mejor evitar esta campaña, con mucho que perder, y sólo al final ha entendido que era un error no estar, con mucho que crecer. Desde el equipo de Nieto han aclarado que no se trata del cartel de campaña, sino una imagen reservada para cuando coincidan en campaña. ¿Cuántas veces sucederá? ¿Cuánto nivel de implicación? El impulso de Yolanda Díaz, sí, seguramente ha llegado tarde y demasiado tibio. Por demás, para la idea de Sumar, para la noción de Frente Amplio, lo que han hecho a Teresa Rodríguez los aliados elegidos por Yolanda Díaz en Andalucía antes o después pasará factura.

Convergencia: el espejo del INE

Vox, en su estrategia outsider, ha llegado a ser la única fuerza en no sumarse en el Senado a una moción por la que se insta a que el Plan de Recuperación mejore "la convergencia social y territorial de Andalucía" con el resto del país. Es una reacción al espejo del INE: las poblaciones con más paro y menos renta de España son andaluzas, también con menor esperanza de vida. La moción ha sido presentada por Adelante Andalucía, y respaldada por PP, PSOE y Ciudadanos. En definitiva, en la convergencia está la clave. Andalucía ha mejorado durante estas cuatro décadas, pero sin convergencia, de modo que no recorta la distancia con España y Europa. Hace falta más. La financiación sigue siendo defectuosa –al PSOE, y en particular a María Jesús Montero, se le reprocha que se haya borrado de la reivindicación que hacían antes desde el Gobierno andaluz– y debería haber una atención especial en este Plan de Recuperación. Pasar de las musas al teatro será difícil, sobre todo con los aliados nacionalistas apretando y además con éxito.

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