La Caja Negra

La naranja podrida en Andalucía

  • Nunca ha estado más fuerte Marín en su partido y nunca el partido ha estado más débil l El vicepresidente cuida y mucho a Juan Espadas desde hace tiempo

Juan Marín y Juan Espadas en un acto en San Telmo

Juan Marín y Juan Espadas en un acto en San Telmo / M. G. (Sevilla)

Fuerte en la debilidad más absoluta. Mejor que nunca cuando todo apunta al descalabro. Así está el vicepresidente de la Junta de Andalucía, Juan Marín, que se ha quedado como líder indiscutible del partido en Andalucía, aunque ya asoman la piqueta y los camiones del derribo. Qué cosas tiene la política, cuando la naranja está podrida, Marín la tiene servida en bandeja de plata y lista para zampársela de un bocado. ¡Lo que hubiera dado Marín por estar en esa tesitura hace dos años! ¿Por qué está Marín fuerte pese a la aluminosis que sufre el edificio de Ciudadanos? Porque se ha quedado sin rivales.

Rocío Ruiz, consejera de Igualdad, ya comenta en privado que no se presentará a las primarias. Hace bien. Siempre hay tiempo de hacer el ridículo. Las opciones de la onubense pasaban por ser aupada a la candidatura gracias a Fran Hervías y su red de apoyos, pero el Lobo se marchó a la quinta planta de Génova. Y ahí se acabaron las posibilidades de Ruiz, que además no ocultó sus críticas al hoy hombre fuerte en la sede de Génova. Marín tiene la vía expedita para liderar Ciudadanos en Andalucía, pero también (mucho ojo) la puerta cerrada del PP mientras Hervías sea fuerte en el PP nacional. Porque el Lobo tendrá mucho que decir en la futura integración de los naranjitos en el PP andaluz. De hecho, el secretario general del PP, Teodoro García Egea, no tiene especial estima por el sanluqueño, porque sabe que éste no le mandó precisamente una cesta de Navidad en las últimas pascuas, sino críticas y más críticas por decirlo finamente.

Rocío Ruiz hubiera tenido opciones de entenderse con el PSOE andaluz si Susana Díaz hubiera ganado las primarias, pero venció Juan Espadas, con quien, por cierto, cada día se lleva mejor Juan Marín. El vicepresidente se entusiasmó tanto con la victoria de Espadas que le dedicó una cálida felicitación pública. Debieron llamarle al orden desde el PP por enésima vez y, al día siguiente, ya apuntó a Espadas como vicario del sanchismo en el Sur. Los políticos a veces, muchas veces, meten la pata como niños y la sacan... también como niños.

Los coqueteos de Marín con Espadas no son ninguna novedad. Espadas comentó una vez que negociaba mejor los asuntos de Sevilla con el gobierno del PP y Ciudadanos, sobre todo con Marín, que cuando le tocaba despachar con el Ejecutivo de Susana Díaz. Marín se entiende muy bien con Espadas desde que Javier Millán era portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento. Marín, entonces con un partido fuerte, quiso sustituir a todos los números uno en las elecciones municipales, menos a Millán en Sevilla, que era el único al que quería dejar, pero finalmente no pudo. Espadas era un alcalde que protegía a Millán hasta el punto de reclamar su presencia en actos de la ciudad si no era invitado.

Cuando el gobierno cuida a alguien de la oposición es sencillamente porque lo ve manejable. Y cuando el de la oposición se deja manejar es porque recibe instrucciones de arriba (Marín) de hacerlo. Es exactamente lo mismo que un tiempo después ocurrió y sigue ocurriendo en San Telmo. Que Elías Bendodo maneja a Ciudadanos a su antojo. ¿Por qué? Porque es más listo, más rápido y se deja engatusar menos por los focos del escenario de la política, aunque todos, absolutamente todos los políticos, lleven un Narciso en el interior, a veces hasta un punto ridículo. Recuerden cuando Marín nos enseñó a hacer torrijas desde su cocina en pleno encierro, o cuando vemos a Bendodo haciendo gimnasia cual Nadia Comaneci de Málaga.

Rocío Ruiz, consejera de Igualdas Rocío Ruiz, consejera de Igualdas

Rocío Ruiz, consejera de Igualdas / M. G. (Huelva)

El objetivo de Juan Marín, convertido ahora en el tuerto en el país de los ciegos de Ciudadanos, es conseguir al menos una mínima representación en las próximas elecciones andaluzas. Un escaño que le permita seguir en política, cuando los sondeos sólo le conceden dos o tres. Y el pánico en Andalucía es que se repita el batacazo de Madrid, donde Ciudadanos se quedó fuera del Parlamento. Marín está con la vicepresidencia y la ristra de cargos como un niño con una piruleta. No descarta nada con tal de seguir en el machito. Sabe que no le ha sacado rentabilidad política a las acciones de gobierno de las consejerías de Ciudadano. Está fagocitado por el PP desde el principio. Ahora se lleva bien con Arrimadas, ¡por fin!, hasta el punto que hizo lo posible para que Juan Espadas (otra vez) la recibiera en la Alcaldía de Sevilla. Como en su día promovió que Álvaro Pimentel, portavoz de Ciudadanos en la Plaza Nueva, firmara el pacto de estabilidad de gobierno para que Espadas pudiera gozar de tranquilidad hasta el final de mandato. Todo encaja para que Marín tenga abiertas las dos puertas: la del PP y la del PSOE. Pero, ay, el problema es que el partido se ha venido abajo y el Lobo está en Génova.

Cuando ya no hay rivales en las primarias, resulta que las primarias se han devaluado porque no habrá pastel que repartir. Estos días se comprueba cuánto le cuesta a un político dejar el sillón, como Susana Díaz se resiste a hacerlo porque le va la vida en ello. Hay que prepararse para contemplar todo tipo de maniobras de Marín para seguir como sea en la política. Edmundo Bal, abogado del Estado y candidato a la Comunidad de Madrid, se aseguró el Congreso de los Diputados. La confianza que tenía en su partido era tal que no abandonó el escaño por si acaso... Marín no tiene otra que buscar el tablero que le permita flotar, sobrevivir, respirar, mientras la nave se hunde. La naranja está podrida y no son tiempos de torrijas. Fuerte en la desdicha. Ingrata política.