Andalucía

El problema sí son las personas

  • Griñán concita en Madrid a la plana mayor socialista en un desayuno en el que asegura que su partido no debe buscar nuevas ideas, sino "personalidades" e "improntas"

Cada vez que un partido entra en barrena, el mantra de sus dirigentes es eso: una sucesión de dichos capaces de provocar el trance, o el mareo, de quienes los escuchan. Cada vez que un partido entra en barrena, el mantra repite que el problema no son las personas, sino las ideas. Pues el presidente del PSOE federal y de la Junta, José Antonio Griñán, rompió ayer con esta idea, al señalar que el problema de su partido "no es de ideas", y sí de "improntas o de la personalidad que tengan una u otra persona". Griñán realizó estas declaraciones en un desayuno organizado en Madrid por Europa Press, y que concitó a la plana mayor de la dirección socialistas, además de destacados críticos, tales como Carme Chacón, el líder valenciano Ximo Puig, el madrileño Tomás Gómez, además del ex ministro Francisco Caamaño y el ex presidente manchego José María Barreda. Alfredo Pérez Rubalcaba, con quien Griñán comió hace tres días, estaba a su lado. Pero la jornada madrileña del presidente de la Junta, convertido ya en un referente en el PSOE, llegó a más, cuando en un programa de La Sexta acudió a una opinión anterior, que ya ha explicado en varias ocasiones, pero que ahora toma más valor: Rubalcaba no debe de presentarse a las elecciones primarias del PSOE si es el secretario general. Esto es; que, según Griñán, Rubalcaba debería dimitir si aspira a presentarse a las próximas elecciones generales.

Si tal como durante el imperio soviético, algunos analistas políticos tuvieron que convertirse en kremlinólogos para interpretar los juegos de poder en la URSS en base a los gestos de sus dirigentes, a sus apariciones o ausencias ante la falta de declaraciones, de la prodigalidad de Griñán en sus últimas semanas se permiten sacar las siguientes conclusiones. Primero, como Rubalcaba, prefiere que las primarias de su partido sean lo más tarde posible, después de las elecciones municipales, para evitar problemas de bicefalia entre un secretario general y un candidato a la Presidencia. Segundo, que él aprecia cierta crisis de liderazgo en su partido, aunque lo niegue, y por eso habla de problemas en las "improntas" o en "la personalidad" de algunas personas, lo que afecta directamente a Rubalcaba y a los miembros con los que cuenta en su dirección. Tercero, que el actual secretario general no debe presentarse a las elecciones primarias, lo que en sí ya es una suerte de aviso a Rubalcaba, porque el líder federal aún no ha decidido si, en efecto, quiere volver a ser candidato en 2015. Y cuarto: Griñán no aspira a ser ese candidato, porque volverá a presentarse a las elecciones andaluzas en 2016, aunque sigue sin despejar si le gustaría ser el secretario general del PSOE federal. Es, como él diría, un futurible, que se traslada en lo que ya ha logrado ser un mantra peronsal: cuando se llegue al río, se verá si se cruza el puente.

Griñán ha mantenido desde después de las elecciones vascas y gallegas que los socialistas no tenían un problema de ideas ni necesitaban una refundación: más bien se trataba, en palabras de un parlamentario andaluz muy cercano a él, de comportarse del mismo modo que se es. Es decir: que si son socialdemócratas, rompieron el libro el día que incluyeron en la Constitución un precepto que impide el endeudamiento del Estado más allá de un exiguo 0,35% de déficit estructural, un concepto ya de por sí bastante difícil de encontrar un criterio común de cálculo. En la entrevista publicada en este medio el domingo pasado, Griñán se refirió a una necesidad en cambiar la "sensibilidad" en su partido, pero ayer en Madrid apuró más al señalar que necesitaba "improntas o personalidades".

La razón de que Griñán considere que el secretario general no pueda ser, a su vez, candidato a las primarias es que rompería la neutralidad que él mismo asegura cumplir por su condición de presidente federal. Hay una razón más, y es que si el secretario general perdiese esas elecciones, quedaría tan desautorizado que debería dimitir al día siguiente. Ocurrió con Joaquín Almunia y Josep Borrell, y aquella bicefalia terminó tan mal que ambos acabaron como perdedores.

¿Tiene Griñán alguna preferencia por algún candidato? Es posible que no lo diga, es su neutralidad, pero algunos destacados miembros de su dirección piensan en Carme Chacón, quien también ha revelado esta semana que no piensa en ello, pero que lo hará a partir de febrero. Al final, serán las personas. Casi como ha ocurrido siempre, a pesar del mantra.

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