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La tensa espera de más de 7.000 mujeres atrapadas por la Covid-19 en Huelva

  • Los consultores del Prelsi de Interfresa se esfuerzan a diario por dar respuesta a las necesidades de las temporeras que esperan la apertura de las fronteras para volver a casa

Las temporeras, junto a Ghizlane, su consultora del Prelsi.

Las temporeras, junto a Ghizlane, su consultora del Prelsi. / M. G. (Huelva)

Njya, Fatima, Sabahah, Hakima, Fatna, Sadiya y Zohra viven pendientes del teléfono. Es el vínculo que las mantiene conectadas con su vida, aisladas como están en un país que no es el suyo por una pandemia que ha golpeado al planeta. Su ejemplo multiplicado por mil da una imagen de la dura realidad a la que se enfrentan las más de 7.000 trabajadoras marroquíes que permanecen en Huelva. El cierre de fronteras les impide volver a sus casas. Ya no tienen trabajo porque la campaña de los frutos rojos terminó y, salvo casos excepcionales como las mujeres con sus hijos recién nacidos que pudieron volver la semana pasada, su día a día es una tensa espera que pone a prueba la fortaleza de cualquier persona. Marruecos ha cerrado las fronteras y los esfuerzos de las autoridades españoles no encuentran respuesta. Ellas viven una tensa espera en la que no están solas.

Al menos en este caso particular terminaron el pasado viernes porque la empresa en la que han trabajado tiene frambuesas y arándanos, lo que le ha permitido ampliar la campaña casi un mes que los productores de fresas. Otras muchas compatriotas llevan ya semanas así. Pasan los días “aburridas” en la casa donde vivieron toda la campaña de los frutos rojos en un pueblo del Condado onubense. Es una vivienda de tres habitaciones con su baño y su cocina equipada, donde “no nos falta de nada, pero queremos volver a nuestra casa y ver a nuestros hijos”. Su hogar durante esos meses de trabajo en los que estas temporeras ganaron un dinero para sus familias en Marruecos es ahora un refugio de incertidumbre y también de esperanza el que estas siete marroquíes esperan con ansiedad que el Gobierno de su país levante el veto en la frontera. La empresa les permite seguir en la casa de forma gratuita como durante la campaña y además les costea la electricidad, que durante la temporada deben abonar ellas mismas.

“Está todo preparado para que puedan salir en cuanto lo autorice Marruecos. Obviamente no serían todos de golpe ni la vez porque sería logísticamente imposible, pero sería muy rápido porque estamos preparados”, señala el director del Prelsi (Plan de Responsabilidad Ética, Laboral y Social y de Igualdad de Interfresa), Borja Ferrera. La crisis derivada de la pandemia de la Covid-19 ha puesto a prueba el programa creado por Interfresa como herramienta de automejora y cooperación de todos los agentes productivos del sector (jornaleros, agricultores, empresas o asociaciones, entre otros). Su objetivo es profundizar más si cabe en los niveles de respeto, ético laboral y compromiso social entre los gobiernos de España y Marruecos. La pandemia lo ha demostrado además como un vehículo clave de asistencia a las temporeras.

Todas las temporeras consultadas son veteranas en Huelva. Como sucede en la mayoría de los casos, se trata de repetidoras de la campaña y de las mismas empresas donde entablan vínculos de confianza personal. “Llevamos 13 o 14 años viniendo a trabajar a la misma empresa y estamos muy agradecidas por cómo se está portando con nosotras”, señalan. Durante la temporada normal “estamos muy bien porque tenemos nuestra rutina, pero ahora se hace complicado por la inactividad y el aburrimiento. Es una situación muy rara. Nunca hemos vivido nunca algo así”. Las temporeras viven “con todo preparado para salir en cuanto nos digan que nos podemos marchar”.

“Es aburrido pasar el día entero sin nada que hacer salvo esperar una llamada que no llega para volver”

Mientras para gran parte de la sociedad la pesadilla parece quedar atrás, “ellas no ven su final porque vivir fuera de tu país, lejos de tu familia y sin saber cuando podrás verlos es muy duro”, señala Ferrera. Es por ello que los consultores del Prelsi se esfuerzan en “atender todas las necesidades para que vean que no están solas”.

Njya, Fatima, Sabahah, Hakima, Fatna, Sadiya y Zohra se sienten “atendidas por la empresa y las asociaciones agrarias, que están preocupados para que no nos falte de nada”. Borja Ferrera destaca que “a día de hoy” no existe una crisis de subsistencia como tal ya que “todas las temporeras disponen de sus propios medios después de acabar la campaña y en algunos casos concretos que puedan surgir problemas se les ayuda”. Ahora bien, “si la situación se alarga en el tiempo porque ser un problema humanitario grave ya que sus recursos son limitados y si se agotan tendremos que darles una solución”. De momento, empresarios y asociaciones “no tenemos ayudas”. “Con el dinero que hemos ganado podríamos aguantar diez días o dos semanas, hasta el 15 de julio pero más allá sería un problema. Esperamos que las fronteras abran antes”, avisan.

“Los consultores del Prelsi son familia, están pendientes de nosotras y hacen que nos sintamos solas”

En la vivienda la convivencia “es buena”. Se definen como “una gran familia y eso ayuda a llevar la espera, porque nos ayudamos entre nosotras y cuando alguna se viene abajo nos apoyamos”. Incluso bromean con que “tenemos la costumbre de hacer cada una nuestra comida, pero terminamos comiendo todas juntas”.

Pero la realidad se impone. Su día a día es una tensa espera cargada de incertidumbre en la que “ahora mismo muy aburridas. Antes teníamos unas vecinas rumanas con las que hacíamos mucha vida social, pero ahora estamos solas nosotras y toda la vida la hacemos entre nosotras. A veces te entran ganas de llorar”. Para tratar de paliarlo, los consultores del Prelsi organizan actos sociales, talleres, encuentros y alguna jornada de convivencia. Nada llena la desazón de no poder abrazar a sus familias, pero al menos el esfuerzo hace que “por un rato se olviden y saquen una sonrisa”, señala Ghizlane, joven marroquí que lleva toda la vida en España y trabaja como consultora. Mientras no esté resuelto el regreso a su país se mantendrá activo el Prelsi para atender a cada una de las temporeras que permanecen en España. En caso de prolongarse en el tiempo, Borja Ferrera asume que “el sector responderá para no dejarlas desamparadas, nunca lo vamos a hacer”.

Las temporeras lamentan que “no tenemos ayudas económicas ni del gobierno de España ni de Marruecos. Vivimos con los ahorros generados durante la campaña”. Por ello, “queremos que Marruecos vea nuestra situación y haga lo necesario para volver lo antes posible con nuestros hijos”. Otros casos son igualmente duros, como el de una de las trabajadoras que cuenta cómo “a mi madre se le partió la cadera en Marruecos y necesito volver para cuidarla. Siempre que hablamos por teléfono lo paso muy mal porque ella se siente abandonada y no puedo hacer nada por ayudarla”.

“No nos falta de nada y el empresario se preocupa, pero queremos volver a casa y ver a nuestros hijos”

Uno de los mejores momentos de la semana es “la visita de Ghizlane” porque “es una forma de sentirnos arropadas, de saber que no estamos solas porque nos ayuda a compartir nuestros problemas, nuestras penas y estar informadas. Estamos muy agradecidas”. A esto añaden que “el empresario es muy bueno con nosotras, nos visita se preocupa y siempre le preguntamos cuándo van a abrir las fronteras y nos dice que no está en sus manos. Lo pasa mal porque nos ve en nuestra situación y siente que no puede hacer más”. Hay algo en lo que todas coinciden. La experiencia no les hace replantearse el regreso para la próxima campaña. Ante la pregunta, el sí es rotundo. Cuentan con volver de nuevo al campo onubense para trabajar en la recogida de los frutos rojos porque “es esencial para nuestras familias”.

La labor de los consultores tiene un enorme componente emocional en estas circunstancias. Ghizlane reconoce que “mi trabajo me encanta”. En las visitas semanales “escucho sus problemas y trato de ayudarlas en todo lo que puedo. Hay casos muy dolorosos y necesitan de nuestra ayuda. Nos movemos en todo lo necesario para darles la asistencia necesaria. Sé que al verme se sienten aliviadas porque valoran el apoyo de los consultores, que no están solas”. Por ello, aunque en circunstancias normales los encuentros son semanales, “ellas tienen la posibilidad de llamarme en cualquier momento o por whatsapp a cualquier hora. Incluso me preguntan ellas a mi como estoy yo”. “Nuestra consultora es nuestra familia”, coinciden las siete temporeras entrevistadas.

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