Crítica 'Un método peligroso'

Jung y Freud curan a Cronenberg de sus excesos

Un método peligroso. Drama, Canadá-Alemania-Francia, 2011, 99 min. Dirección: David Cronenberg. Guión: Christopher Hampton, David Cronenberg. Intérpretes: Michael Fassbender, Keira Knightley, Viggo Mortensen, Vincent Cassel, Sarah Gadon. Música: Marco Beltrami. Música: Howard Shore. Fotografía: Peter Suschitzky. Montaje: Ronald Sanders. Cines: Avenida, Cinesur Nervión Plaza 3D, Metromar.

El arranque podría ser el de una novela de Wilkie Collins. Pero la "mujer de blanco" que grita desesperada en un carruaje no es una secuestrada, sino una paciente de Jung (Michael Fassbender) trasladada a la clínica del famoso psicoanalista. Cambio de registro de Collins a Conan Doyle: Jung es presentado como un elegante detective del inconsciente que desciende a los infiernos interiores de sus pacientes sin perder la compostura ni dejarse contaminar por ellos, como Holmes recorría los suburbios de Londres. Hasta que conoce a Freud (Viggo Mortensen) y este le confía como paciente al doctor Otto Gross (Vincent Cassel), un psicoanalista disidente de Freud, drogadicto, anarquista y enemigo de toda contención o autorrepresión.

La confrontación entre el pulcro, racional y contenido Jung y el caótico, promiscuo y desequilibrado Gross es interiorizada por el primero, para su desgracia, como una lucha interna entre satisfacción y represión del deseo que siente hacia su inteligente paciente y discípula, y futura primera mujer psicoanalista, Sabina Spielrein (Keira Knightley redimiéndose de sus anteriores papeles, aunque superada por la vía de la contención por la discreta Sarah Gadon en el papel secundario de la mujer de Jung). Lo que empezó como una obra detectivesca victoriana seguirá de una parte como una confrontación intelectual entre Jung y Freud, y de otra como un melodrama de época protagonizado por Jung y Spielrein.

Esta lucha amorosa y sexual que Jung perderá, enredándose en una compleja relación con su paciente y discípula, concentra todas las líneas de fuerza temática que han inspirado la desigual carrera de Cronenberg, que va desde la reescritura de la serie B de terror sin salirse de sus límites (Vinieron de dentro de…, Cromosoma 3, Scanners, Videodrome, La zona muerta, La mosca) hasta sus extremadamente violentas y valiosas últimas películas negras (Una historia de violencia, Promesas del Este), pasando por melodramas morbosos (M Butterfly), terror fisiológico (Inseparables) y psíquico (Spider), además de petardos inclasificables (El almuerzo desnudo, ExistenZ, Crash).

Basada en un extraordinaria (y escrupulosamente fiel a los hechos y las ideas en la confrontación entre Jung y Freud) obra teatral de Christopher Hampton que el propio autor ha convertido en guión junto a Cronenberg, Un método peligroso concentra lo mejor de sus mejores películas, expresa adecuadamente lo que intentó decir en las peores y añade una serena maestría hasta ahora desconocida en él. Por primera vez filma los conflictos humanos como si él mismo fuera humano, y no un entomólogo analizando insectos. Por primera vez filma el dolor con compasión, es decir con implicación, y no interponiendo una asepsia de quirófano o una morbosidad de obseso (en no poca medida gracias al excepcional trabajo de Michael Fassbender, el gran descubrimiento de esta película, que confiere a su interpretación de Jung una extraordinaria humanidad). Por primera vez le permite a su habitual cómplice musical Howard Shore (hay que agradecerle a Cronenberg que descubriera al mayor talento musical que, junto a Philip Glass, ha tenido el cine en los últimos años) añadir sentimiento, no sentimentalismo, a las imágenes. Por primera vez construye cada plano tras un seguro que largo proceso de reflexión y selección, de descarte y concentración, logrando eso cada vez más raro de verse: cine. Una historia de violencia y Promesas del Este ya auguraban esta madurez que ahora se cumple.

Siempre he tenido la duda de si Cronenberg era tan gran director como algunos decían o un buen director sobrevalorado. Esta película la ha disipado. Un gran guión, una gran interpretación (Mortensen) y una interpretación extraordinaria (Fassbender) le han servido para rodar su mejor y más serena película.

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