La Tremendita | Crítica

A lo que va surgiendo

La Tremendita, durante su actuación, anoche en el teatro Lope de Vega.

La Tremendita, durante su actuación, anoche en el teatro Lope de Vega. / Juan Carlos Muñoz

La Tremendita es una de las grandes cantaoras de nuestro tiempo. Está protagonizando, junto a unas cuantas compañeras de generación, la última gran revolución del cante jondo. La Tremendita se sitúa en la escena, en el flamenco actual, con bota firme. Enfundada en chupa de colores y cuero y brillantes. La puesta en escena fue salvaje, visceral. Algo ruda. Y al mismo tiempo refinada, pulida hasta el extremo. Luz y tinieblas a partes iguales. 

La Tremendita cantó por seguiriyas, bamberas, fandangos, peteneras, tangos, tarantas, granaínas, cuplés por bulerías, alegrías, soleares, tangos, bulerías, cantes de Enriqueta la Pescaera, y nuevamente por tangos. Melodías y textos en su mayor parte tradicionales. Con arreglos novedosos. Pero, me dirán, todos los cantaores que revisan el legado clásico introducen arreglos propios. Ciertamente. Lo novedoso es la instrumentación, tomada en su mayor parte del ámbito del rock y el pop: bajos eléctricos, dos, teclados, batería, etc. Esta dualidad, esta polaridad no resuelta, se rebela también en su impactante puesta en escena: a veces vemos a Suzy Quatro, en seguiriyas, soleá, tangos, etc. y en otras a La Niña de los Peines, en la taranta, la granaína, en las que se acompañó ella misma a la guitarra. Pero ya saben que todo es lo mismo. No existen géneros en la música. Las fronteras existen solo en las mentes de los individuos. Rosario la Tremendita no pide permiso ni muestra el pasaporte para abrir la boca y darnos el corazón. Rodeada de su familia (tremenda vozarrón de Tremendo hijo), los amigos, los cómplices. Me emocionan más los arreglos cuando se acercan a la psicodelia de los 60 y al funk espacial de los setenta. La Tremendita ha elegido las letras y las melodías que retratan su momento actual, rebosante de ira y deseo. Por eso las seguiriyas fueron ejemplares y la soleá arrebatadora, mágica. Las alegrías fueron un dúo delicioso con Juanfe Pérez que inventó unos arreglos que me entusiasmaron. Los arreglos son brillantes pero lo mejor es que dan todo el protagonismo a la voz jonda, esto es, a un lenguaje acuñado y pulido para expresar el enfado, la melancolía, la alegría, el miedo. En las Canciones de la Romería de Yerma inventó una nueva melodía sobre la que está en nuestra memoria colectiva, la de Morente. Rosario La Tremendita ha crecido aún más como intérprete porque deja más espacios en sus recitales para lo que surja. Como la vida misma, que es a lo que va surgiendo en cada instante.

 

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