Grandes misterios gastronómicos

Una de glándulas nidamentales aliñás

  • ¿A los huevos de chocos, hay que llamarlos huevas o huevos?...pues ninguno de los dos porque en verdad no son ni las huevas, ni los huevos del choco, sino una parte del aparato reproductor de la hembra

Glándulas nidamentales de chocos

Glándulas nidamentales de chocos / Cedida

El otro día, a raíz de la publicación del reportaje Seis tapas de ensaladillas cefalópadas, un lector comentaba que las huevas de choco son el semen del macho de la especie, por lo que más bien deberían denominarse como ‘huevos’. El tema era de los peliagudos, de ahí que en Cosasdecomé hayamos iniciado una investigación que nos ha llevado a saber más de lo que quisiéramos de la vida privada de los cefalópodos, a encariñarnos con ellos e incluso a plantearnos hacer una campaña del tipo ‘Adopta un choco’ para financiar la construcción de pequeños acuarios con ruedas que permitan pasearlos por las calles cual perrillos. Tenemos que darle las gracias a Víctor Palacios de la Universidad de Cádiz por darnos norte en estas pesquisas.

Las huevas, efectivamente, no son huevas. Pero tampoco son huevos. Son una parte del aparato reproductor femenino, una glándula, y no los óvulos propiamente dichos. Los machos, lógicamente, carecen de esa glándula, mientras que cada hembra tiene dos.

En el interior de una ‘choca’, en la parte final del cuerpo, están los óvulos sin fecundar. El macho deposita el esperma en el interior de la hembra, y los huevos fecundados van saliendo para la puesta en el  mar, donde suelen quedar pegaditos al fondo o a las algas hasta el momento de la eclosión. Las glándulas nidamentales, que son las que nos comemos, están a media altura del cuerpo de la hembra, y segregan la sustancia gelatinosa que protege a los huevos y hace que se adhieran. En la página Cocinar con Ciencia se puede ver un dibujo de los interiores de una hembra, y también una imagen de una abierta en la que se ve perfectamente la pareja de gónadas de la difunta animalilla.

Una vez aclarado esto, recomendamos muy fuerte a nuestros lectores que no pidan por los bares “una tapita de glándulas nidamentales de hembras de choco” y se limiten al más tradicional, corto y anatómicamente incorrecto huevos (o huevas) de choco.

Otra recomendación, esta de Javier Osuna: “No se le ocurra meter en un acuario los sabrosos medallones blancos que a usted le venden en bares bajo el nombre de “huevo de chocos”, porque jamás de ahí saldrá nada. Hágame caso”, decía con toda la razón en un artículo en el que se ahonda en el ‘choqueo’.

Una vez aclarado el tema vamos a daros algunas fórmulas para cocinar las glándulas nidamantales:

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