Crítica de Cine

Ánimas de lo siniestro

Una imagen de la interesante y personal película codirigida por Alberto Vázquez y Pedro Rivero.

Una imagen de la interesante y personal película codirigida por Alberto Vázquez y Pedro Rivero.

De todos los Goya que se repartieron hace un par de semanas, pocos se me antojan más valientes, heterodoxos y propiamente goyescos (de sus pinturas negras) que el que fue a parar a Alberto Vázquez y Pedro Rivero, responsables del largo de animación Psiconautas, los niños olvidados, creadores, a partir de la novela gráfica (2006) del primero, de una película que se escapa y aleja de las convenciones de la animación de consumo, del target infantil e infantilizado y los relatos complacientes, familiares o edificantes que por lo general invaden este formato cinematográfico.

A mitad de camino entre la experimentación gráfica y el cuento siniestro, entre la fábula distópica y las maneras mutantes y libres de un surrealismo cruel, Psiconautas nos lleva a una isla infernal, apocalíptica y violenta en la que los animales antropomórficos luchan por la supervivencia, la emancipación y la huida entre padres opresores, policías asesinos, traficantes de droga, paisajes contaminados y pesadillas postindustriales encarnadas y superpuestas a su realidad sin esperanza.

Vázquez y Rivero adoptan una estructura narrativa poco convencional y polifónica para ir trenzando la aparición de sus personajes, una pandilla disfuncional liderada por la rata Dinki y el niño-pájaro Birdboy (quien fuera protagonista de un corto de 2011), cuyo deseo de escapar de su pasado y de ese inframundo degradado y corrompido no encontrará ni mucho menos una salida airosa.

En pocas ocasiones la materialización monstruosa de la disfuncionalidad psíquica y lo siniestro ha sido tan determinante y estructural en un largo de animación español, de la misma forma que sus técnicas, sus diseños, sus fondos y su animación aparentemente sencilla aunque versátil han conseguido mantenerse en un mismo y sugerente plano de coherencia y cohesión estética con un argumento sin apenas concesiones. Sólo un pequeño pero tonal: el cásting de voces, en ocasiones demasiado académico, podría haberse afinado más.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios