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Elegía dipsomaníaca

  • La Fnac celebra el centenar de DVD con una sobresaliente edición de 'Bajo el volcán', revelador jalón del último Huston

Aunque sea uno de los pocos lugares de comunión de críticos e historiadores de todo pelaje y condición -el que tiene a Huston como uno de los cineastas clásicos que mejor filmografía final presenta-, aún sorprende la calidad de sus filmes de vejez (a partir, al menos, de Fat City y con paradas obligatorias en Wise Blood, Under the volcano y The dead), películas absolutamente de espaldas a las presiones industriales y a los gustos del público mayoritario, pequeños y luminosos suicidios creativos que siguieron resplandeciendo en el tiempo, ya como faros que guiaban a los más atrevidos cineastas jóvenes.

Sin la mesura elegiaca de Fat City o de su testamento joyceano, ni la rabia compulsiva de Wise Blood -que pronto también será editada en España-, Under the volcano tiene sin embargo mucho que ver con estos compañeros de crepúsculo y melancolía que hicieron hueco en el profílmico a una intensa pasarela de perdedores autodestructivos a través de los que Huston ejecutara una comprometida y conmovedora mirada al ser humano en tanto frágil criatura entre amenazas, pesadumbres y destellos de redención. Aquí es Geoffrey Firmin, ex-cónsul británico de Cuernavaca, quien apura sus últimas veinticuatro horas de vida (así como todo tipo de licores, del whisky al ron, pasando por el tequila y el maldito mezcal) como impelido a consumirse por una fuerza oscura que le recuerda, cada vez que el delírium trémens se suaviza y la razón asoma tímida en su cerebro, la infidelidad de su esposa y los acuerdos de Munich, es decir, el motivo personal y profesional que parecen haber contribuido significativamente a su decisión de suicidarse poco a poco. Huston, sin embargo, siempre ensanchó y oscureció metafísicamente la causa de este furioso camino a la perdición, indicando una acusada ausencia -echaba de menos a Dios desde que presenciara en directo la debacle de la Segunda Guerra Mundial- para, en el fondo, advertir que en el protagonista se producía una alergia a la vida ajena a un sencillo determinismo. A Firmin, como a sus camaradas de arriba, nos lo topamos in medias res y dentro de un universo ya gangrenado, siempre demasiado tarde: si se tumba y pega la cara a la calzada no será, como el Woyzeck de Herzog, para escuchar a la naturaleza que le susurra la necesidad de asesinar a la mujer infiel, sino porque está como una cuba, distanciándose de sus contradicciones (y las de su tiempo) mediante un consumo compulsivo de alcohol que, no obstante, no le ha chamuscado aún la lucidez (ni la pasoliniana posibilidad de cerrar su vida con un último gesto que cambie de signo el valor de la existencia).

Under the volcano fue, más que una adaptación de la densa y polifónica novela de Malcolm Lowry, una apropiación de algunos de sus desarrollos y figuras. A Huston le interesaba el destino en llamas de Firmin, pero para llevarlo a su terreno, el de la "narración a toda costa", haciendo de él otro vagabundo que, por muy amigo que sea de la digresión etílica, es reclamado en tanto caminante infatigable, flecha furiosa que cruza activamente la horizontalidad de sus últimas horas. Huston, que estilizó el Día de los Muertos en el que se contextualiza el filme, supo inocularle al mismo una inefable densidad textual a partir de la invocación de la gloria fílmica mexicana: Indio Fernández, Katy Jurado o López Tarso, aquel hambreado Macario que se soñó otro en ese mismo día.

Director John Huston. Con Albert Finney, Jacqueline Bisset, Anthony Andrews, Ignacio López Tarso, Katy Jurado. Avalon/Fnac.

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