Cine

Ethan Hawke y Julie Delpy disparan los 'flashes'

  • La pareja presenta fuera de concurso en la Berlinale, junto al director Richard Linklater, 'Before midnight'.

El cine joven de Suráfrica y de Rumanía centró este lunes la sección competitiva de la Berlinale, aunque la atención mediática la acaparó el reencuentro romántico de Ethan Hawke y Julie Delpy en Before midnight, proyectada fuera de concurso. La surafricana Pia Marais, con Layla Fourie, y el rumano Callin Peter Netzer, con Pozitia Copilului (Child's Pose), incorporaron dos nuevos e interesantes retratos de mujer en una Berlinale muy volcada en lo femenino, pero de todos modos los flashes se fueron hacia el más que conocido rostro de Delpy.

La esperada tercera parte de Antes del amanecer (1995) y Antes del atardecer (2004) no defraudó a los medios, que abarrotaron la sala de prensa y pudieron comprobar, al menos en apariencia, que en la vida real la química entre los dos personajes no parece funcionar del todo. La tercera parte de la trilogía, dirigida por Richard Linklater y escrita a seis manos por el realizador y los protagonistas, revela al espectador que la francesa Céline y el estadounidense Jesse, que se conocieron en 1995 en un tren rumbo a Viena y se reencontraron nueve años más tarde en París, están juntos desde entonces. En esta nueva entrega, la pareja y sus gemelas pasan unas vacaciones en Grecia que, lejos de ser idílicas, ponen a prueba la relación que surgió de su primer encuentro hace 17 años y abre la pregunta de si una noche romántica de hotel -con discusión incluida- puede salvar su historia.

Los diálogos sobre el amor y la vida, Dios y el universo continúan siendo el centro de la historia, así como las discusiones de pareja que reflejan el desgaste de cualquier relación. "Me encantaría poder discutir así", aseguró Delpy, seria al principio y más relajada después de las primeras preguntas de los medios, al ser preguntada sobre el enfrentamiento dialéctico al final de la cinta. Según la actriz, esa escena les llevó "semanas de escribir, escribir y escribir".

Precisamente, sobre la dinámica de escribir el guión a seis manos, Linklater aseguró que no existe una perspectiva concreta, sino que los tres han estado "en constante negociación" y colaborando "en el sentido literal de la palabra". "Realmente, no nos peleamos, no discutimos, es una maravillosa colaboración y hemos tenido varios años para hablar de ello", agregó.

Por su parte, Hawke, más receptivo y distendido con los fotógrafos y la prensa que su media naranja en la ficción, aseguró que fue "un verdadero privilegio revisitar" a su personaje y contribuir en el guión, algo que calificó de "oportunidad única". Respecto a su relación en la ficción después de 17 años de su primer encuentro, Delpy optó por calificarla, entre risas, de "terrible", mientras Hawke prefirió hablar de "una especia de relación mentor-estudiante". El "elemento temporal" que evoca el film también se hace presente en la vida de los personajes, indicó Delpy, que afirmó, haciendo una mueca, que "no es tan malo envejecer" ni ve, en principio, nada malo en ello. El director dejó abierto si habrá una cuarta entrega, pues "nadie puede predecir el futuro", a lo que el actor se mostró entusiasmado con la idea de algo más atrevido, con tintes porno, a lo que Delpy dijo resistirse.

Más allá de los invitados mediáticos, la competición continuó su curso con Layla Marais, un film que sigue con la cámara el rostro de la actriz Rayna Campbell, en el papel de una madre negra que atropella accidentalmente a un blanco, lo que desata una trama entre el thriller y el romance, con el alemán August Diehl. A una mentira siempre seguirá otra, apunta el personaje de Campbell, experta justamente en la técnica de los detectores de mentiras. Ésa es la trama argumental del film, cuya fuerza, además del rostro de Campbell, está en el magnífico retrato de la Sudáfrica posapartheid, trazado a base de mensajes subliminales sobre las muchas barreras aún por derribar y los abismos existentes entre blancos y negros.

El siguiente buen retrato de mujer lo presentó el film rumano Pozitia Copilului, en el que Luminitja Gheorgiu da otro recital interpretativo encarnando a una madre involucrada en un accidente de tráfico donde muere, esta vez, un niño. El causante de la muerte no es ella sino su hijo, a partir de lo cual el director traza un sólido guión centrado en esa mujer de muy buena posición social que toma las riendas de la situación. La Berlinale puso así una pieza más en su mosaico de mujeres poderosas a las que el director del festival, Dieter Kosslick, ha consagrado esta 63 edición del certamen.

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