Crítica 'Inferno'

Literalmente dantesca

INFERNO. Thriller, EEUU, 2016, 121 min. Dirección: Ron Howard. Con: Tom Hanks, Felicity Jones, Ben Foster, Irrfan Khan. 

El buen rendimiento de sus películas en taquilla daba a los más famosos actores el privilegio de escoger sus papeles. Incluso en sus más duros tiempos los estudios procuraban no "malgastar" a sus estrellas en películas por debajo de su categoría. Por eso resulta incomprensible que en la actual situación de libertad de los actores uno de los más queridos por el público, más taquilleros y por ello mejor pagados -Tom Hanks- acepte interpretar esta cutre trilogía que ahora, esperemos, culmina con esta traca final. Se puede comprender hasta que aceptara interpretar la primera, El código Da Vinci, ya que la dirigía el solvente Ron Howard que lo lanzó a la fama en 1984 con Uno, dos, tres… Splash y estaba basada en una novela malísima pero de inmenso éxito. Es más difícil comprender por qué, tras la experiencia, aceptara interpretar la segunda, Ángeles y demonios, y la tercera que hoy nos ocupa. Si De Havilland se enfrentó a la poderosa Warner en la edad de oro de los estudios, sentando el precedente legal que lleva su nombre, ¿cómo Hanks se deja arrastrar a estas basurillas? Además de ser multimillonario, querido y famoso, en los últimos tres años ha interpretado Al encuentro de Mr. Banks, El puente de los espías, Ithaca, Esperando al rey y la aún no estrenada en España Sully de Eastwood. ¿A qué meterse en tan buen momento de su carrera en este charco?

Lo mismo podría decirse de Ron Howard. Si en lo que va de siglo XXI -y tras una larga carrera- ha demostrado ser más que un artesano con Cinderella Man, El desafío: Frost contra Nixon, Rush y En el corazón del mar, más los estupendos documentales Made in America y The Beatles: Eight Days a Week-The Touring Years, ¿a qué viene enfangarse en la disparatada cascarria de Dan Brown, que además parece dirigir sin ganas? ¿Tanto necesitan él y Hanks el dinero o tan desesperadamente lo aman? En fin…

Inferno propone la figura de un discípulo tardío de Malthus, aquella cristianísima (porque era clérigo anglicano) lumbrera nazi avant la lettre que decidió que la mejor forma de fomentar la igualdad entre las clases y acrecentar la riqueza de las naciones era diezmar a la población pobre con guerras, hambrunas programadas y epidemias provocadas. En esta peliculucha el discípulo maltusiano es un tipo que ha decido acabar con las carencias del mundo matando a la mitad de su población propagando bichitos. Un Hanks que parece tan completamente perdido durante toda la película como lo está en su inicio se enfrenta a tan maligno designio descifrando claves de la Divina Comedia, desdichada sucesora de los Evangelios en el maltrato al que Dan Brown somete los grandes textos. Un churro -literalmente- dantesco.

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