Especial 83 edición de los Oscar

Mejor director: Nuevas tecnologías frente al clasicismo

  • Los hermanos Coen y David Fincher encabezan las apuestas por 'Valor de ley' y 'La red social', respectivamente

Con 12 nominaciones, El discurso del rey es la película favorita de los Óscar de este año, pero en el apartado de dirección no es su director, Tom Hooper, sino David Fincher por La red social el que parte en cabeza de las apuestas, aunque los hermanos Coen podrían dar la sorpresa. Su western Valor de ley ha estado escondido durante toda la temporada de premios para alzarse en el último momento con 10 candidaturas a los Óscar, un premio que Joel y Ethan Coen ya consiguieron por No es país para viejos en 2008.

Los Coen tendrán frente a ellos a un duro contrincante, Fincher, ganador del Globo de Oro por su crónica del nacimiento de Facebook, además de a Darren Aronofsky y su inclasificable Cisne negro y a David O. Russell con The Fighter, una historia de superación de las que gustan a la Academia de Hollywood.

Puro academicismo. El discurso del rey es la película más nominada este año a los Óscar, premios a los que llega con una larga lista de galardones a sus espaldas, aunque la mayoría han sido para su protagonista, Colin Firth, por su fantástica interpretación del tartamudo rey Jorge VI. Su director, Tom Hooper, ha tenido que conformarse con un segundo plano y hasta ha claudicado ante Fincher y su red social en los Bafta británicos.

Aunque El discurso del rey logró siete de los 14 Bafta a los que optaba, no consiguió el de mejor director y tampoco parece factible que Hooper se alce ahora con el Óscar en su primera nominación y con el único bagaje de una larga carrera en televisión y un Emmy en 2005 por la serie Elizabeth I.  Una nominación conseguida por su exquisita recreación de la monarquía británica en los años previos a la Segunda Guerra Mundial con una historia centrada en los problemas reales a los que tuvo que enfrentarse Jorge VI como rey y como hombre.

Perfeccionista al máximo con la recreación histórica, Hooper ha construido una lección del clasicismo más puro en el cine tanto por la historia como por la narración y la puesta en escena, apoyada en el magnífico trabajo de todos los actores. Pero no parece que toda esta brillantez sea suficiente para ganar el Óscar.

Un western clásico. Joel y Ethan Coen se han convertido en la gran sorpresa de los Óscar después de haber sido ignorados en todos los premios dados hasta el momento pese a contar con Valor de ley, un western que combina las normas más clásicas del género con la modernidad que estos hermanos imprimen siempre a sus películas. Valor de ley es su segunda nominación conjunta como directores, tras el Óscar en 2008 por No es país para viejos y la tercera para Joel, que fue el primero en optar en la categoría de realizador por Fargo (1996). Y lo hacen por un remake del fantástico western del mismo título que Henry Hathaway dirigió en 1969 y con el que John Wayne logró su único Óscar.

Tan magnífico el original como la nueva versión realizada por los Coen, que han sabido imprimir un toque de modernidad e ironía en una historia que parecía tenerlo todo. Lo que ha dado como resultado un filme que parece totalmente nuevo incluso en los diálogos calcados de la primera película. Rodeados de un excepcional reparto -encabezado por Jeff Bridges y por la joven Hailee Steinfeld- los hermanos Coen han puesto en pie un western que rezuma clasicismo en su ambientación, en su historia y en sus personajes. Pero que han matizado y perfeccionado mediante una sutil ironía y con una actitud de los personajes que se aleja del estoicismo típico de las películas del Oeste. Un trabajo que podría dar la campanada en los Óscar con el permiso de David Fincher.

Equilibrio entre historia y guión. Con su vertiginosa recreación del origen de la red social más popular del momento, Facebook, David Fincher ha conseguido hasta ahora arrasar en todos los premios, incluidos el Globo de Oro y el Bafta británico. Unos antecedentes que permiten hacer pensar en que los Óscar serán de nuevo un territorio favorable a Fincher, que ha realizado impecablemente el magnífico guión firmado por Aaron Sorkin en La red social.

En su segunda nominación como director El curioso caso de Benjamín Button (2008), Fincher podría alzarse con este galardón que persigue desde hace años pero que hasta ahora se la ha resistido. Se7en (1995), El club de la lucha (1999), Zodiac (2007) o la mencionada El curioso caso de  Benjamín Button fueron filmes en apariencia suficientemente sólidos para optar a los premios de la Academia de Hollywood, pero sus miembros no estuvieron de acuerdo. Ahora sí, con La red social, Fincher ha acertado tanto en la temática como en la puesta en escena -mucho menos radical que en sus trabajos anteriores- para conseguir el aplauso unánime de crítica y público.

Si a eso se le une que Facebook es un fenómeno mundial y que su creador, Jesse Eisenberg, es un personaje tan odiado como carismático, Fincher con La red social es la puesta más clara al Óscar como mejor director.

Cuando el director es el protagonista. Primera nominación para Darren Aronofsky por Cisne negro, una historia de dobles personalidades y de ambiciones sobre la excusa del siempre estético ballet y con una gran protagonista, Natalie Portman, reina indiscutible de la interpretación femenina este año. Una candidatura un tanto excesiva para el trabajo caótico que ha desarrollado Aronofsky en esta cinta, con la que sigue siendo tan excesivo y extremo como suele. Con una filmografía interesante -que incluye títulos como Pi (1998), Réquiem por un sueño (2000) o The Wrestler (2008). Aronofsky se ha creado un estilo propio, algo muy difícil de conseguir en el cine, pero lo que debería ser una virtud, se convierte por momentos en un obstáculo. Su tendencia a los excesos y a los personajes en el límite está bien para ciertas historias pero no para todas. Lo que hace que el esquema que repite una y otra vez no siempre se ajuste a la historia que cuente.

En el caso de Cinse negro, el caos en el que sumerge a la narración crea una confusión que no ayuda al desarrollo de la historia. Y es el excepcional trabajo de Portman el que rescata al filme de Aronofsky de navegar a la deriva. Sin embargo, su puesta en escena es brillante y la compleja historia tan interesante como el personaje de la dulce/malvada Nina que compone Portman. Suficiente para lograr una nominación pero muy lejos del trabajo de sus compañeros en la lucha por el Óscar.

Una historia de superación. David O. Russell llega a los Óscar por primera vez con The Fighter, una historia de superación, de lucha, de familia y de amistad. Todos los ingredientes necesarios para conquistar uno o varios Óscar. Tiene a su favor estar basada en una historia real, una realización impecable y unas interpretaciones brillantes. Y en su contra, que tiene poco de original y mucho de historia repetida una y mil veces. Pese a ello, el trabajo de Russell -Three kings (1999)- es brillante y dirige el conjunto con solvencia, lo que da como resultado una película sólida, bien construida y que se ve con un interés que no decae a lo largo de sus casi dos horas de metraje. Consigue un perfecto equilibrio entre la parte más intimista de la historia, los deseos más personales de Micky Ward (Mark Wahlberg) el aspirante a estrella del boxeo, y el mundo estridente y de bajos fondos de este deporte. Y sabe conseguir lo mejor de un estupendo reparto de secundarios que han arrasado en las nominaciones a los Óscar. El premio de actor de reparto parece llevar ya escrito el nombre de Christian Bale y en el apartado femenino Amy Adams y Melissa Leo también cuentan con posibilidades. Más quizás que Russell, que es el peor situado en las apuestas de la categoría de mejor director.

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