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OBITUARIO

Muere Michael Ballhaus, luz y cámara de Fassbinder y Scorsese

  • El director de fotografía alemán también colaboró con Coppola, Nichols o Sayles, entre otros

Antes de caer en la tentación fácil de buscar en internet, echo mano de mis pesados -y, por lo visto, inútiles- libros sobre directores de fotografía buscando la entrada Michael Ballhaus, fallecido el pasado miércoles a los 81 años, y, para mi sorpresa, no encuentro nada. Ni el volumen de Peter Ettedgi Directores de fotografía ni Making Pictures: A century of european photography dedican un capítulo específico o citan en su índice onomástico a quien, sin ninguna duda, ha sido uno de los grandes DP y operadores del cine moderno, colaborador de Fassbinder desde aquel heterodoxo western Whity (1970) y luego en Asado de Satán, Las amargas lágrimas de Petra Von Kant, Desesperación, El matrimonio de María Braun o Lily Marleen, títulos en los que curtió su estilo entre las bambalinas teatrales, los travellings imposibles (marca de la casa) y la relectura expresionista de la luz del melodrama sirkiano, y que le darían ese prestigio necesario para el pasaporte a Hollywood.

Allí trabajó intensamente junto a Scorsese (¡Jo, qué noche!, La última tentación de Cristo, El color del dinero, Uno de los nuestros, La edad de la inocencia, Infiltrados), Coppola (Drácula), Nichols (Armas de mujer, Postales desde el filo, Primary Colors), Newman (El zoo de cristal), Sayles (Baby it's you) y Redford (La leyenda de Bagger Vance), o en títulos populares como Al filo de la noticia o Los fabulosos Baker Boys, por los que obtuvo sendas nominaciones al Oscar, un galardón que se le escapó a pesar de ser candidato en tres ocasiones, la última de ellas en 2002 por Gangs of New York.

Apoyó, entre otros proyectos, la Academia Europea o la Escuela de Cine de Berlín

Un currículo apabullante (más de 150 películas) que no lo apartó de otras importantes labores cinematográficas. Por ejemplo, el impulso a la fundación y consolidación de la Academia del Cine Europeo y sus premios (EFA), a la Escuela de Cine de Berlín, donde impartía docencia, o su apoyo a nuevos y jóvenes talentos del cine mundial.

Tuvimos la suerte de conocer personalmente a Ballhaus durante su estancia en Sevilla como presidente del jurado de aquel segundo SEFF de 2005. Lo recuerdo como un hombre encantador, conversador y amable, con su flamante cámara Leica digital siempre encima, apasionado en su defensa de una película húngara, Johanna, de Mundruzcó, en la que posiblemente veía la misma audacia de cámara y el tratamiento expresivo de la luz de aquel cine moderno que no se dejaba domar fácilmente por los relatos y las imágenes estándar.

El Festival de Berlín, su ciudad natal y donde también ha muerto, le entregó el Oso de Oro de Honor en la edición de 2016. Descanse en paz uno de los grandes cinematographers de todos los tiempos.

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