Cine

Patólogos y coprófagos

Machete. Acción, EEUU, 2010, 105 min. Dirección y guión: Robert Rodríguez y Ethan Maniquis. Fotografía: Jimmy Lindsey. Música: John Debney. Intérpretes: Danny Trejo, Michelle Rodriguez, Jessica Alba, Robert de Niro, Lindsay Lohan, Steven Seagal, Don Johnson.

Gracias a una estrecha colaboración entre pedagogos y medios de masas unidos contra lo que se llamó Alta Cultura -aquella que está en la cumbre del desarrollo humano, resultado de los más deslumbrantes logros de la creatividad y el pensamiento- uno de los logros de la modernidad degradada en posmodernidad y corrompida en hipermodernidad es haber absolutizado la cultura basura hasta jerarquizarla en Alta Cultura Basura (cosa de museos, performances, bienales, ferias de arte, galerías y otros focos de creatividad casi siempre subvencionada), Cultura Media Basura (esta película, por ejemplo) y Baja Cultura Basura (el belenestebanismo y todo el circo televisivo). Un logro. Servido por una inteligencia que se interesa por la mierda, no como los médicos que la analizan para diagnosticar enfermedades y proponer terapias, sino porque les gusta. Lo suyo no es la patología sino la coprofagia.

Machete ha sido adorada por esta inteligencia, será apreciada por el público curtido en otras manifestaciones de cultura basura con o sin patente de creatividad y divertirá a quienes acuden al cine como a un parque de atracciones en fiestas de Halloween. Supongo que también interesará a los sicarios, en el caso de que vayan al cine, que la verán como los curas y las monjas veían Las campanas de Santa María: una versión ligera y hasta idealizada de sus vidas. Sergio Leone estropeado por Tarantino y Tarantino estropeado por el nuevo Hollywood latino. La génesis de la película la define: la broma de un falso tráiler que abría ese fracasado ejercicio de homenaje/reescritura del peor cine de programa doble que fue Grindhouse de Rodríguez y Tarantino, en España dividido en Planet Terror y Death Proof, dos mamarrachos mucho peores que las malas películas que pretendían homenajear/reescribir, se convierte en un largometraje que ofrece lo mismo que aquellos pocos minutos -violencia desenfrenada, sadismo, casquería- a lo largo de dos horas. Algo insoportable que hacen aún más insoportable los tufos de incienso posmoderno de los coprófagos que creen que escribir sobre algo y etiquetarlo -en este caso se trataría de latin exploitation al estilo del blaxploitaion negro de los 70- lo hace entrar en el reino de la inteligencia contracultural.

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