Cine

Los 'cars' vuelven a la pista de la cartelera

  • John Lasseter dirige la segunda entrega de uno de los exitosos títulos de Pixar, que desarrolla una intriga a lo James Bond.

En 2011, Pixar, el estudio que ha revolucionado no sólo la animación, sino el cine a secas, cumple un cuarto de siglo. En 1986, un visionario llamado John Lasseter lo fundó, centrándolo en algo que en su momento pareció pura alquimia: trabajar con las nuevas tecnologías informáticas, que en esa década estaban despegando, y aplicarlas al mundo de los dibujos animados. Como los buenos profetas, Lasseter fue considerado en su momento un hereje. Antes de montar su propio negocio, trabajaba de animador en Disney, y tras ver Tron propuso que dejasen la animación tradicional y se dedicasen a darle a la tecla del ordenador. Tal vez no fuese una buena idea, pues Tron fue un fracaso estrepitoso en un estudio acostumbrado a pasearse militarmente por las taquillas (por cierto, su secuela, estrenada las pasadas navidades, corrió la misma suerte). El caso es que Lasseter tuvo que coger el petate y fundar Pixar. Su primera obra es casi ingenua, una lámpara que daba saltos, ahora convertida en logo de la compañía. Los inicios fueron duros, hasta que en 1995 estrenaron el primer Toy Story. A partir de ahí, todo fue de dulce. Una colección de obras maestras, el reconocimiento de todos los cinéfilos del mundo y el descubrimiento de que animación no quiere decir infantilismo, con cuidadas tramas de gran complejidad en muchos casos. Tienen su propia escudería pero han dado cobijo a francotiradores como Brad Bird, autor de Los increíbles y Ratatouille. Lasseter y sus chicos han coleccionado una buena cantidad de Oscar y el antiguo empleado de la Disney consumó su venganza cuando 20 años después de tener que irse ignominiosamente acabó dirigiendo su antiguo estudio. Y es que los herederos del tío Walt no pudieron hacer frente a la innovación y creatividad de su antiguo subordinado. Los datos son apabullantes: los filmes de Pixar han generado unos 625.000 millones de dólares en taquilla, han ganado 26 Oscar y seis Globos de Oro. Y el cariño y la admiración de un público que ve que aún queda talento en algún rincón del cine americano.

Para confirmar este verano de secuelas que empezamos a vivir (es la tercera que llega a las pantallas tras Transformers 3 y Resacón 2), llega la segunda parte de Cars, filme de 2006 que curiosamente obtuvo el Globo de Oro pero no el Oscar en su especialidad. Y es que, hay que decirlo, tal vez sea la película menos interesante producida por Pixar en estos 25 años de gloria. Era como una película que volvía a lo peor de la Disney, previsible y sin la riqueza de otros títulos de la factoría. Además, palidece con lo que vino luego como Ratatouille, la grandísima Wall-E o la magistral tercera parte de Toy Story. No obstante, recaudó unos 462 millones de euros, con lo que fue un pingüe negocio. En Pixar dicen que no hacen secuelas, sino que vuelven a los personajes si ven que pueden darles buenas historias para seguir madurando. Visto lo hecho con Toy Story (por cierto, única obra del estudio que ha merecido continuaciones hasta Cars), habrá que creerles.

Por de pronto, Cars 2 es una aventura casi jamesbondiana, pues saca a sus protagonistas de los campos de Estados Unidos de la primera parte y los lleva a Inglaterra, Italia y Japón. Son estos países donde Rayo se ve obligado a correr unas competiciones que demostrarán cuál es el coche más rápido del mundo. Y es que Rayo pensaba pasar una temporada alejado de los circuitos para estar con su novia, pero su amigo la grúa Mate lo ha inscrito en esta carrera. El problema es que al bueno de Mate lo confunden en su viaje con un coche espía y se ve envuelto en una trama internacional de altos vuelos. Rayo tendrá que elegir entre correr y demostrar que es el mejor del mundo o ayudar a su amigo. John Lasseter en persona se ha puesto al volante de Cars 2, lo que es una garantía. Y atención, que Fernando Alonso y Lewis Hamilton hacen un cameo en el film como si se tratase de un Torrente.

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