'El drogas' | Crítica

Nostalgia de las barricadas

Enrique Villareal, alias 'El Drogas', mítico cantante y bajista de Barricada.

Enrique Villareal, alias 'El Drogas', mítico cantante y bajista de Barricada.

A sus 61 años, Enrique Villareal, alias ‘El Drogas’, parece un tipo en paz consigo mismo, entregado a su familia, a tareas y causas nobles (de la Memoria Histórica al Síndrome de Down), al cuidado de su madre enferma de Alzhéimer, fiel a su imagen de pirata bueno y rockero incombustible de palabra pausada y verbo macarra.

En su cuerpo y en su rostro quedan sin embargo las huellas de tiempos salvajes y excesos, los kilómetros de carretera y manta y las horas de escenario y farra en la que sin duda ha sido una de las bandas de rock más legendarias de la democracia, aquellos Barricada que, desde los barrios duros e insumisos de Pamplona, gritaron con rabia sus himnos contra la opresión policial, el poder o cualquier falta de libertades.

A sus 61 años, ‘El Drogas’ echa la mirada atrás sin ira en este documental retrospectivo de Natxo Leuza que tiene algo de cierre de herida y ajuste de cuentas con el dolor, la depresión y las polémicas (la droga, cómo no, pero sobre todo su expulsión de la banda y la ruptura de su amistad con ‘Boni’ Hernández, guitarrista y co-fundador de la misma), un trabajo que se mueve entre la nostalgia por los tiempos de furia y energía y un presente calmado y reflexivo donde queda, por fin, espacio para la soledad, los hijos o el nieto.

Un recorrido generoso en material de archivo y con algunas buenas secuencias de montaje en el que la voz de su protagonista hilvana etapas, acontecimientos, hitos y anécdotas en contrapunto con las de aquellos que, como su ‘socia’ Mamen o sus colegas Rosendo, Kutxi Romero, Gorka Urbizu o Fito Cabrales, lo acompañaron, fueron testigos de su esplendor y lo siguen teniendo hoy como referente artístico y moral en una época de vacas flacas para la mitología rockera.

Un trabajo correcto y hasta cierto punto convencional que canaliza el pasado para la nostalgia, deja unas cuantas cuestiones clave sin aclarar, celebra entre amigos algunos de los grandes hitos de la banda y asienta un poco más la leyenda para sus seguidores incondicionales.