Estoy pensando en dejarlo | Estreno en Netflix

Psicoanálisis de un instante

  • En su tercer filme como director, el afamado guionista Charlie Kaufman vuelve a ofrecer un alambicado relato sobre el amor, el tiempo y los fantasmas familiares. 

Basada en la novela de Iain Reid, la nueva película de Charlie Kaufman, guionista estrella de ese nuevo surrealismo indie nacido con el siglo y desplegado en títulos propios y ajenos como Synecdoche, New York, Anomalisa, Olvídate de mí, Cómo ser John Malkovich o El ladrón de orquídeas, llega a Netflix para reivindicar la vertiente autorial más selecta de la plataforma en un formato de cámara no apto para espectadores perezosos. Si acaso para aquellos asiduos a las estructuras alambicadas y a los juegos de muñecas rusas marca de la casa, ejercicios metaficcionales con los que Kaufman parece estar siempre expiando sus propios temores y pesadillas, metabolizando sus lecturas filosóficas y referencias culturales y disolviendo su indudable talento constructor en una suerte de correlato que explica cierta idisioncrasia norteamericana.

Estoy pensando en dejarlo se abre así un camino incierto por los senderos nevados de una noche eterna atravesada por una pareja, extraordinarios Jessie Buckley y Jesse Plemons, que vive su primer viaje en carretera a la casa de los padres de él después de unas semanas de relación, premisa que Kaufman depura en la palabra y los diálogos brillantes entre fondos móviles, cuadros precisos y un aire de suspensión temporal que cobrará una nueva dimensión espectral cuando estos lleguen a su destino. Llega entonces el tiempo de la casa familiar como escenario cuántico, como casa de muñecas en la que hacer saltar el tiempo y la lógica por los aires, para viajar a los recuerdos, los traumas y las pesadillas, también a ese futuro que, entre fogonazos y fragmentos de comedias románticas de Zemeckis, parece ser el lugar crepuscular desde el que se está enunciando esta historia detenida sobre el amor y la muerte.

Se abre así esta sugerente y sorprendente película a una nueva indagación en los posibles caminos del relato, en el psicoanálisis de un instante que se dilata, desplaza y expande hacia atrás y hacia adelante, en el doble juego de voces (internas) de dos personajes en la frontera misma de su separación que nos hacen ver en ese preciso momento las miserias y destellos de un pasado y un porvenir que sólo pueden ser sublimados entre coreografías iluminadas y canciones de musical.

Coqueteando con lo siniestro (hay algo en este cuento oscuro que nos recuerda inevitablemente a El resplandor), Estoy pensando en dejarlo revela una vez más el talento melancólico y sombrío de Kaufman sin necesidad de torcer o sacudir demasiado su estructura y empuja a su espectador a un viaje sin rumbo conocido y sin clara recompensa más allá de cada parada.