Jorge. Una travesía de Coque Malla | Crítica

No puedo vivir sin mí

Traje a medida hecho entre amigos, colaboradores y admiradores desde los días de fulgor guitarrero y desparpajo postadolescente de Los Ronaldos hasta este presente de serenidad y culto para amplias minorías, este documental recorre la carrera guadianesca de Jorge Malla (Madrid, 1969), Coque Malla para todos, buscando en sus subidas y bajadas, en sus rectas y sus curvas, en sus acelerones y frenazos, el retrato de un artista que ha ido definiendo su identidad dentro y fuera de los márgenes de esa industria musical española que ha vivido su propio ocaso y transformación en paralelo desde aquellos efervescentes años 80 hasta este presente de ventas limitadas y bolos íntimos o en teatros selectos.

Cristina y María José Martín Barcelona, quienes ya filmaran a Malla en aquel concierto con invitados de lujo titulado Irrepetible, despliegan un formato convencional donde el material de archivo y las entrevistas van cincelando poco a poco una imagen icónica del personaje aunque prudentemente alejada del mero producto fan. El propio Malla guía y relata con lucidez y elocuencia su autobiografía artística sin renunciar a los episodios oscuros y sin caer demasiado en la tentación de la nostalgia o lo impúdico.

El resultado es un documental hasta cierto punto ortodoxo que insiste en fraguar la imagen del artista auténtico que evoluciona y renace en busca de su voz propia (aunque los préstamos y herencias se hacen evidentes), pero que sobre todo intenta reconciliar a aquel chaval barbilampiño y algo chulito de la post-movida con el songwriter, showman y maestro de ceremonias maduro, sincero, meticuloso y elegante en el que ha decidido convertirse.

Siempre a favor de corriente y del propio discurso del personaje, contrapunteado por amigos e incondicionales como Iván Ferreiro, Dani Martín, Leiva, su hermano Miguel, Leonor Watling, Arancha Moreno, Ray Loriga, Ariel Rot, Jesús Ordovás o Alberto San Juan, Jorge no termina revelando tanto como promete a la persona detrás del artista, aunque deja escapar esa obligada dosis de ego y vanidad de quien, para muchos, ha escrito algunas de las canciones más memorables del rock español contemporáneo.