Red Rocket | Crítica

"America First"

Simon Rex en una imagen del filme.

Simon Rex en una imagen del filme.

Sean Baker se ha convertido en el gran retratista pop contemporáneo del patio trasero de ese sueño americano limítrofe con los márgenes de la basura blanca y la deriva trumpista de la nación.

Si Tangerine daba nueva carta de naturaleza estética al hiperrealismo digital a través de las idas, venidas y conversaciones de unas prostitutas trans en los diners de Los Ángeles, y la premiada The Florida Project hurgaba en la trastienda lumpen de Disney World en Orlando en los tonos pastel y colores saturados del cuento para adultos, Red Rocket nos lleva a los paisajes industriales y suburbiales de Galveston, Texas, para sacar petróleo no sólo de sus pozos de ciencia-ficción funcionando las 24 horas, sino para encontrar en el retrato de un actor porno y sus intentos de reflotar de la mano de una adolescente (Bree Elrod) empleada en una tienda de donuts, esa fábula contemporánea sobre los desechos del capitalismo.

Un estupendo Simon Rex compone al perdedor miserable, manipulador y cobarde de vuelta con el rabo entre las piernas a la casa de su ex-mujer y su ex-suegra huyendo de problemas. Montado en su bicicleta vintage, nuestro protagonista despliega carisma como arma de seducción y supervivencia, nuevo modelo del pícaro de máscara sonriente y dudosa moral que sólo se desenvuelve bien rodeado de tipos aún más miserables que él.

Baker observa el espacio de sus desplazamientos con una mezcla de extrañamiento onírico y fascinación, atento al paisaje urbano como espejo deformante y alucinado de un país donde todo parece haberse deprimido, prostituido o corrompido. Entre búsquedas de empleo, trapicheos, visitas al supermercado, escenas de seducción, sexo rápido y algunas aventuras catastróficas (caprichos de guion mediante), Red Rocket coquetea con la comedia tanto como lo hace con la sensación de fracaso y el asomo del desastre, principal mérito de un filme que, en cualquier caso, decide no juzgar la idiocia de su proxeneta para regalarle incluso una nueva oportunidad de redimirse.