Estrenada en pleno 2020, Amor en polvo reverdece los peores recuerdos de aquel cine de la Transición, ni siquiera el clasificado ‘S’, con su apuesta por un inofensivo y pacato intercambio de parejas entre un cuarteto de personajes sacados de un chiste de cuñados: una pareja de mediana edad en plena crisis y los dos amigos solteros que se prestan a participar en una pequeña orgía casera entre las cuatro paredes de un apartamento sacado de un stand de Ikea.
Un cuarteto desdoblado en un burdo montaje paralelo que saca a relucir asuntos tan desgastados como el cansancio y el agotamiento de toda relación de larga duración, la infidelidad o las fantasías sexuales con un lenguaje supuestamente procaz y atrevido… para 1965. Unos textos, gags y situaciones tópicas, una deriva insoportablemente romántica, una blancura de Ariel y las irregulares prestaciones cómicas de Enrique Arce, Macarena Gómez, Luis Miguel Seguí y Lorena López tampoco contribuyen demasiado a levantar la función más allá de su pobretona condición de sainete de provincias rancio y trasnochado.