La famosa invasión de los osos de Sicilia | Crítica

La tarantela contra la marcha militar

Una imagen de 'La famosa invasión de los osos de Sicilia', de Lorenzo Mattotti.

Una imagen de 'La famosa invasión de los osos de Sicilia', de Lorenzo Mattotti.

Tras su paso por la sección oficial del SEFF, donde obtuvo la Mención Especial del Jurado, llega a la cartelera esta maravilla animada que no ha corrido toda la suerte que merece en esas entregas de premios que acaban de cerrar su temporada.

Un filme repleto de estímulos para el ojo y el oído y con un mensaje humanista y antibelicista basado en los relatos, leyendas y baladas populares a los que daría forma Dino Buzzati en la novela del mismo nombre publicada por entregas en 1945 y luego convertida en cómic, una obra que imaginaba una Sicilia arcana, montañosa y colorida como telón de fondo donde poner a litigar a hombres y osos, dos caras de una misma moneda, a propósito de los vaivenes de la condición humana, los vicios y corruptelas del poder, el impulso belicista o el poder de la magia y la fantasía frente a la muerte y la realidad.

Lorenzo Mattotti, veterano creador gráfico y ocasional colaborador de Antonioni, culmina ahora en clave animada y con cierta fidelidad a las ilustraciones originales ese proceso de transfiguración en un filme festivo, hondo y ligero a un tiempo y sobre todo generoso dominado por unos deliciosos diseños (especialmente en las distancias largas, las grandes escalas verticales o esas arquitecturas que recuerdan a El desierto de los Tártaros) y un tratamiento del color que hacen de cada imagen un contenedor de renovadas ideas plásticas que se mueven al son de las irresistibles tarantelas de René Aubry. Como muestra, la conversión de los jabalíes en globos flotantes, la huida de Almerina del palacio fantasma en clave expresionista o la lucha contra el ogro-gato Marmosete y la gran serpiente encantada nos regalan momentos espectaculares en esta constante batalla animada entre el bien y el mal de la mano de la magia y un hermoso sentido del paisaje y las formas cambiantes.  

Del lado narrativo, en cuyo armazón colabora Thomas Bidegain, el relevo de la primera a la segunda parte de la historia, su enriquecedor elemento metadiscursivo (inspirado en la commedia dell’arte) y la constante y efectiva voluntad de sorpresa junto al no menos iconoclasta trabajo de voces en su versión original francesa, hacen ya de éste uno de los títulos fundamentales de la más reciente animación europea.