¿Quién es quién? | Crítica

Cómo criar a tus padres

Intercambio de cuerpos y roles familiares en '¿Quién es quién?'.

Intercambio de cuerpos y roles familiares en '¿Quién es quién?'.

Sin necesidad de Cesars ni de prestigio autorial, esta comedia comercial francesa multiplica exponencialmente los efectos de títulos como Big o los más recientes Ponte en mi lugar o El cambiazo en una premisa de partida harto atractiva para el disparate: los miembros de una familia de clase media intercambian sus cuerpos por efecto mágico después de una jornada en un parque de atracciones.

Se lanza así esta ¿Quién es quién? hacia el clásico territorio del equívoco y el intercambio de personalidad abriendo así una puerta al trabajo físico y gestual de sus intérpretes (con los populares Alexandra Lamy y Franck Dubosc al frente) a la hora de hacerse pasar por adultos o niños respectivamente, algo a lo que cabe sumar un nuevo giro que anuncia un constante juego cruzado del que no se conoce el fin.

La premisa permite también invertir los roles adultos, infantiles, adolescentes e incluso de la tercera edad, con el lógico despliegue de gags que colocan a cada cual en las situaciones que no le corresponden. Se trata, en fin, de una película amable y familiar que explota hasta donde puede todos estos elementos a su favor y que consigue sus mejores logros cuando más roza la zona incómoda en lo que respecta a la suplantación sexual, generacional o de género.

Menos interesante resulta ya el previsible repliegue moralista sobre la cohesión del núcleo familiar, aunque el filme de Jean-Patrick Benes (Arès) se permite dejar abierta la posibilidad de nuevas permutaciones internas. Supongo que más tarde o más temprano, ¿Quién es quién? encontrará su remake americano o, quién sabe, uno de Santiago Segura, que se mira estas cosas con especial atención inspiradora.