82 edición de los Oscar - Corto animación

'La dama y la muerte' contra 'Wallace & Grommit'

  • La cinta española compite con unos históricos ganadores de la estatuilla dorada

La corto español La dama y la muerte no se enfrenta a ninguna producción estadounidense en la lucha por el Óscar a mejor cortometraje de animación y además cuenta con el apoyo de un influyente Antonio Banderas, aunque compite con unos históricos ganadores de la estatuilla, Wallace & Grommit.

Cineasta debutante, el granadino Javier Recio firma La dama y la muerte, el primer cortometraje de animación español en formato 3D, y se cuela en la competición a los Óscar con una solvente comedia breve que, por otro lado, aborda un tema polémico en Estados Unidos, como es la eutanasia, sobre el que además se posiciona. Sin diálogos y con un ritmo trepidante, The lady and the reaper, que en su título en inglés significa La dama y el secuestrador, desarrolla en algo más de ocho minutos la lucha entre un chulesco médico y la propia muerte por la vida de una anciana, cuyo único interés es el de reencontrarse con su difunto marido.

Tecnología española que se equipara al primer nivel mundial funciona en esta producción al servicio de un humor visual muy físico, al más puro estilo de la slapstick comedy, clásico género cinematográfico que perpetuaron los genios del cine mudo, como Charlie Chaplin o Buster Keaton y, más adelante, el británico Rowan Attkinson con el célebre Mr. Bean. La dama y la muerte está producida por Antonio Banderas, de alargada influencia en Hollywood, lo que aumenta las posibilidades de la cinta española.

La todopoderosa Pixar ha quedado fuera del quinteto seleccionado y su Partly cloudy, la pieza que se proyectaba en las salas comerciales justo antes de la exitosa Up, no supondrá una amenaza para esta producción, con la que podía tener mayores coincidencias de las cinco finalistas.

El mayor contrincante de la producción española parece, a priori, Nick Park, responsable de Chicken Run: Evasión en la granja (2000), que compite de nuevo en la categoría de mejor cortometraje de animación con sus dos personajes más célebres, Wallace & Gromit, protagonistas de A matter of loaf and death. Este inventor y su mascota hechos de plastilina son creaciones del británico. Con ellos ya ha ganado tres estatuillas doradas para dos de sus cortometrajes -en 1994 y 1996- y un largometraje, Wallace & Gromit in The Curse of the Were-Rabbit (2005). Además, ha ganado otro Óscar de corto de animación en 1991 por Creature Comforts.

De nuevo el humor es la apuesta segura del dúo, que en esta ocasión se enfrentan a un asesino en serie tras la misteriosa desaparición de un grupo de panaderos. Un quinto Óscar se antoja un reconocimiento excesivo para el animador, que en este cortometraje repite las fórmulas clásicas tantas veces vistas ya en su serie para la BBC y en sus anteriores estrenos cinematográficos. Con esta película, los votantes de la Academia se enfrentan a la decisión de premiar a la animación pionera e infalible frente a la innovación de otras nuevas propuestas.

La producción francesa Logorama es en parte éxito de la creación argentina, ya que su productor es el bonaerense Nicolas Shmerkin, quien ha financiado la propuesta de los debutantes François Alaux, Herve de Crecy y Ludovic Houplain. Un frenético caleidoscopio hecho de logotipos de las más conocidas marcas comerciales -más de 2.500 aparecen en los 16 minutos que dura la película- sirve al estudio francés H5, que componen estos tres cineastas, para apuntar a uno de los males endémicos de la era del capitalismo. Dos muñecos michelin discuten en un coche antes de iniciar una virulenta persecución policial con Ronald McDonald por las calles de una indeterminada -e improbable- ciudad, ante la mirada de Mr. Proper.

Sobredosis de cultura pop y escenas de acción perfectamente planificadas desde el punto de vista cinematográfico configuran el suspense de Logorama, un trhiller en mayúsculas cargado de una irreverencia probablemente incómoda para los influyentes lobbies de la industria estadounidense. Violencia obscena se hermana a conciencia en este cortometraje con muchas de las referencias principales del consumo cotidiano.

La también francesa French roast se apoya en un dibujo de trazo hiperrealista para recrear el ambiente grisáceo de una cafetería francesa, donde transcurre esta historia, que reserva más de un giro final en su trama y que involucra a un vagabundo, un pusilánime hombre de negocios, una anciana adorable y un ladrón en busca y captura. El halo paródico de sus personajes protagonistas hace que resulten divertidos al espectador, aunque el relato que muestra no trasciende la anécdota, un gran inconveniente cuando se trata de un cortometraje, género que ha de epatar al público en tan sólo unos minutos.

La cotidianeidad de sus intenciones es probablemente lo que más aleja a esta producción del Óscar. El factor que en cambio sí le suma posibilidades es el prestigio de su director, quien ya ha participado como animador en grandes producciones de animación, como El príncipe de Egipto (1998) de Dreamworks o, curiosamente, Wallace & Gromit in The Curse of the Were-Rabbit, de Nick Park, con quien ahora compite en esta categoría.

Por último, el punto fuerte de la irlandesa Granny O'Grimm's sleeping beauty reside en la variedad de técnicas con las que ha trabajado su responsable, Nicky Phelan. Una excéntrica abuela cuenta un cuento a su nieto, más aterrorizado que interesado en el relato de la anciana en una ya de por sí escalofriante noche de tormenta.

Estos seis minutos de animación se dividen entre la innovación en tres dimensiones con la que se han creado a abuela y nieto en la costumbrista historia central y la menos sofisticada propuesta en dos dimensiones con la que se recrea, a modo de contraste, el cuento de hadas que evoca la mujer.

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