cine

Una gala sosa e irregular

  • La entrega de sendos premios honoríficos a Carol Burnett y Jeff Bridges se convierte en lo más emotivo de la velada

Carol Burnett posa con su galardón.

Carol Burnett posa con su galardón. / Efe

Los premios honoríficos a dos leyendas como Carol Burnett y Jeff Bridges iluminaron la 76 edición de los Globos de Oro, una gala sosa e irregular lastrada por las inocuas aportaciones de sus presentadores, Andy Sandberg y Sandra Oh.

El monólogo inicial de la pareja, habitualmente el plato fuerte para los conductores de la ceremonia, quedó frío y palideció frente a los afilados coloquios de Ricky Gervais o los del tándem formado por Tina Fey y Amy Poehler. Eso sí, arrancó las risas a los invitados al reconocer que habían conseguido el trabajo ya que eran "las dos únicas personas que quedan en Hollywood" que no han "ofendido todavía a nadie", en alusión a la renuncia de Kevin Hart como presentador de los Óscar.

Sandberg y Oh, que optaron por ignorar por completo al presidente de EEUU, Donald Trump, también bromearon con una de las frases más repetidas por parte de Lady Gaga en la temporada de premios para justificar su presencia sobre el escenario. "Puede haber 100 personas en una sala y 99 no creen en ti, pero sólo necesitas a una que sí lo haga", comentaron con ironía.

Otra nota destacada fue la mención de Oh al cambiante panorama que se respira en Hollywood en relación a su apuesta por la diversidad. "Acepté esto por el miedo de estar en este escenario hoy, quería mirar al público, ser testigo de este momento de cambio y verlo con mis propios ojos", afirmó. "Puede que el año que viene sea diferente, probablemente lo sea, pero ahora mismo, este momento es real", agregó la artista canadiense de origen asiático.

La presencia de ambos, no obstante, se fue difuminando con el paso de los minutos y los grandes nombres llegaron para tomar el testigo y presentar los premios más relevantes. Así aparecieron Halle Berry, Harrison Ford, Dick Van Dyke, Jamie Lee Curtis, Idris Elba, Michael B. Jordan, Lupita Nyong'o, Gary Oldman, Saoirse Ronan, Octavia Spencer, Ben Stiller, Catherine Zeta-Jones, Antonio Banderas, Emily Blunt, Bradley Cooper, Lady Gaga, Richard Gere, Nicole Kidman o Emma Stone, entre otros.

Pero los momentos más celebrados -mucho más que las vacunas contra la gripe que se quisieron repartir- los protagonizaron Burnett y Bridges. Burnett, una leyenda de la pequeña pantalla en EEUU, recibió de manos de Steve Carell el primer premio honorífico a toda una carrera en televisión que entrega la Asociación de la Prensa Extranjera de Hollywood (HFPA), la organización que entrega los Globos de Oro.

La actriz, comediante y cantante, de 85 años, se hizo especialmente popular con el programa de variedades The Carol Burnnett Show, que se mantuvo en antena durante una década entre los años 60 y 70. Un programa que medio siglo después "sigue llegando a la gente", lo que le hace sentir "muy orgullosa", señaló Burnett, quien aseguró que hoy no podría hacerse algo similar, pues "el coste sería prohibitivo".

Vestida de negro con una chaqueta en tono tierra con brillos y vivos en las mangas y el cuello en marrones y negros, Burnnett hizo hincapié en su amor por la televisión. Cuando era pequeña le fascinaba que "las estrellas de la pantalla podían hacer que la gente riera o llorara o ambas cosas" y ella soñaba con que "quizás un día pudiera hacer lo mismo y esos sueños se hicieran realidad".

Bridges, por su parte, recibió el premio entusiasmado y acabó su largo discurso con una celebración de la vida ("¡Estamos vivos!") y un mensaje optimista respecto al futuro de la sociedad. "Podemos marcar la diferencia. Podemos cambiar el rumbo a este barco y llevarlo en la dirección que queremos, camino hacia el amor y hacia la construcción de un planeta sano para todos", declaró con gran alegría.

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