La bestia | Crítica

Película de bicho con 'subtraumas' humanos y felinos

Idris Elba, en una escena de 'La bestia'.

Idris Elba, en una escena de 'La bestia'.

El islandés Baltasar Kormákur tiene una doble carrera como director, en su país o en Estados Unidos, de dramas familiares o criminales (Verdades ocultas, Las marismas, Medidas extremas, Contraband, Two Guns) y épicos enfrentamientos con la naturaleza más salvaje o extrema (The Deep, Everest, A la deriva). La bestia pertenece, como su título sugiere, al segundo grupo. La naturaleza salvaje no está representada aquí por una montaña o un mar agitado por tormentas o huracanes sino por un león con mala leche (justificada) que asedia a los incautos visitantes de una reserva sudafricana: un padre y sus dos hijas con asuntos pendientes entre ellos y con el pasado.

La baza más potente es el encierro en espacios reducidos, sobre todo un vehículo, claramente insuficientes para defenderse de los ataques del felino. Cabe preguntarse si al escribir el guión Jaime Primak Sullivan y Ryan Engle (autores de otro guión claustrofóbico de supervivencia, Asalto en la noche: una familia asediada por unos criminales) tenían en mente el Cujo de Stephen King llevado al cine por Lewis Teague, en la que un perro rabioso ataca a una mujer y a su hijo refugiados en un coche. Tampoco importa mucho porque en esta película la claustrofobia del encierro para defenderse del león se inscribe, y de ahí toma la película su fuerza visual (además de los efectos digitales que dotan de terrorífico realismo a la bestia), no en un patio cutre y desastroso de la América profunda, como en la novela de King, sino en unos soberbios paisajes africanos.

A esta correcta película de entretenimiento y sobresalto le sobra la subtrama (o subtrauma) de heridas familiares relacionadas con la enfermedad (alguien debería estudiar la omnipresencia de la enfermedad, sobre todo el cáncer, en el cine del siglo XXI, sea cual sea el género de la película), la muerte y la redención. Sin que falte el conflicto con la hija adolescente. El miedo que da la bestia, la ferocidad de los ataques y la salvaje belleza del paisaje bastaban para sostener la película. La subtrauma personal y familiar (y hasta felina, porque el león también tiene un pasado que justifica su aversión a los humanos) no aporta nada y resta mucho. Y no se preocupen: el bicho no es el malo, que el animalito tiene sus razones para tanto apetito de humano, y hay mensaje animalista-ecologista, faltaría más.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios