Crítica de Cine

La mujer es el futuro del hombre

Fotograma de la película de Hong Sang-soo, Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián.

Fotograma de la película de Hong Sang-soo, Concha de Oro en el pasado Festival de San Sebastián. / d.s.

La Concha de Oro conseguida en San Sebastián prestigia mucho más al festival que a Hong Sang-soo, isla y faro de la cinefilia contemporánea, lanzado ya desde hace una década a un imparable ritmo de producción y variaciones sobre unos mismos temas a prueba de certámenes y premios. Los galardones tal vez hayan contribuido a su visibilidad más allá de los restringidos sectores cinéfilos, aunque el estreno consecutivo de sus dos (pen)últimos trabajos, Ahora sí, antes no y Lo tuyo y tú, se debe más a la apuesta valiente de Good Films por presentar regularmente su trabajo al público español más allá de aquella primera incursión (En otro país) beneficiada por el protagonismo de la Huppert.

Minimalista y ritual, desencantada, irónica y levemente optimista (con suspense incluido), Lo tuyo y tú sigue poniendo boca abajo y del revés la aparente transparencia y sencillez de sus imágenes con esa complejidad discursiva que sólo Hong es capaz de articular sin cambiar de registro, abismando sus relatos de amores en fuga, conversaciones (etílicas o sobre el alcohol) y deseos frustrados con la modulación entre la realidad, el pensamiento y el sueño sin más solución que la de un rotundo corte de montaje.

De nuevo aquí se trata de filtrar y sublimar lo autobiográfico y recuperar aquella idea de la mujer como futuro del hombre en un espacio rimado de callejuelas, bares y habitaciones, un trampantojo donde el desdoblamiento (real o imaginado) y el pliegue devienen una vez más figuras claves para acceder a ese particular club de hombres patéticos y mujeres insatisfechas.

Poco importa si hay dos mujeres o una (un auténtico macguffin), que la dupla sea real o fingida, tal vez sólo sea un sueño o un objeto idealizado del hombre enamorado, posesivo y terco. Lo tuyo y tú nos sitúa frente al espejo de la torpeza, la inmadurez y la conmiseración masculinas y libera a la mujer a su propia performance sin red de seguridad ni manual de instrucciones. Sublime.

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