Cómics

Carretera perdida

  • ¿Conocéis la obra de Montecarlo? Si no es así, por fin tendréis la oportunidad de acompañar a este autor en un personal viaje a través de sus viñetas y relatos

Ilustración de portada.

Ilustración de portada.

Esa carretera que no termina, que se pierde en el ondulante horizonte, como si un ser superior hubiera trazado una negra línea sin final.

Recopiladas en este volumen, un puñado de historias que la tienen como nexo; hábitat común en el que los protagonistas de los diferentes relatos pasan parte, gran parte de sus vidas, ya sea subidos a uno de esos enormes camiones que, como si de grupos de orugas procesionarias se trataran, recorren la superficie de los Estados Unidos, compartiendo anécdotas, chistes malos y demás experiencias a través de la radio que los conecta a todos.

Aunque en ocasiones, el protagonista del relato es un simple trozo de papel que esconde, escrita en su superficie, la palabra, esa llave que abre todas la puertas, hasta las más difíciles de traspasar, las invisibles, creadas por nosotros mismos.

Y dentro de estas celdas, sueños, anhelos que pueden cumplirse con tan solo escapar, salir corriendo, subido en tu automóvil, hasta que vislumbras esa línea azul, a lo lejos… El mar.

Aunque algunos de estos sueños pueden tornarse en pesadillas reales y romper esa unión que existía entre dos personajes, repudiados por sus iguales y a los que ahora tan solo les quedaban compartir el viento en la cara, el pasar de los kilómetros, la velocidad.

Outsiders, desclasados, gente solitaria, muchachas que buscan un futuro, peligrosos, moteros, obsesivos… Son diversos los perfiles de personajes que vamos a encontrar en estas noventeras historias firmadas por Montecarlo y que fueron publicadas en la ya mítica revista Cairo, que reunió en su interior a unos autores, jóvenes la mayoría, que trajeron al mercado patrio un viento fresco que surgía de sus viñetas. Propuestas novedosas, algunos influenciados por la línea clara francobelga, otros por el diseño. Auténtico y original cajón de sastre del que la línea DQómics ahora extrae estos cómics que demuestran, no ya solo por lo argumental, sino en el terreno de la narración gráfica, que Montecarlo sabía muy bien lo que quería contar y cómo llevarlo a sus viñetas.

Su pericia como autor es total, y recomiendo una sosegada lectura de las historias, ya que algunas incluyen elementos tan sutiles que pueden pasar ante nuestros ojos sin que nos percatemos de ello.

Y por si esto no fuera ya suficientemente interesante, Montecarlo se sienta ante el teclado y nos regala una serie de relatos de su puño y letra, que no hacen sino enriquecer ese personal mundo creado por él.

Nos encontramos ante un muy buen ejemplo en el que las influencias de otras artes, el cine, la literatura, la música, son pasadas por el personal tamiz del autor, surgiendo una obra profundamente personal, con fuertes cimientos.

A bordo de este imaginario auto, conectad esa radio donde puede que suene la lánguida guitarra de Ry Cooder, y lancémonos a recorrer junto a Montecarlo esta carretera que, afortunadamente, se abre ante nosotros, lectores.

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