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Materia sensible

Una viñeta de 'La tierra sin mal'.

Una viñeta de 'La tierra sin mal'.

Si hace poco les hablaba con gozo del retorno a librerías (por partida doble) de Federico del Barrio, hoy me siento todavía más feliz de dar noticia de la aparición de La tierra sin mal, con el que Raúl regresa a la historieta después de casi 25 años de silencio. (Y digo casi porque, por un lado, son 24 los años transcurridos entre la publicación del presente álbum y el anterior, Ventanas a Occidente, pero también porque en este tiempo han aparecido algunas páginas dispersas en revistas y libros colectivos, y el monumental volumen antológico Contra Raúl, editado en 2016 por Ponent Mon, recogía diversos trabajos inéditos.)

Como he escrito en más de una ocasión, para mí, Raúl es el mejor dibujante de la historia del cómic español, y todas y cada una de sus obras brillan a nivel estratosférico. Raúl es, además, un auténtico vanguardista que analiza el lenguaje gráfico y lo hace avanzar continuamente en direcciones inesperadas, con la firme voluntad de un pionero. Es, además, un humanista, de modo que la lectura de Raúl nos proporciona una profunda (y poética) reflexión sobre la condición humana, sobre el lugar del individuo en sociedad.

La tierra sin mal toma estos dos extremos, la investigación formal y la prospección humanista, y las cose con lo que el propio autor denomina "materia sensible", cuestiones personales y familiares ("mimadas flores de interior") que resultan de lo más emocionante. En lo meramente físico, Raúl ha partido de una serie de ilustraciones, que dejan al lector sin aliento, y las ha fraccionado y barajado a lo largo del álbum siguiendo un hilo narrativo que viaja desde lo general a lo particular, transitando por conceptos culturales, anécdotas históricas y recuerdos infantiles, con los sonidos como motivo y la cuenta atrás como recurso argumental. El álbum tiene un bellísimo formato vertical alargado, pero exige ser girado para leerse horizontalmente, y es que sumergirse en la propuesta de Raúl implica siempre abrazar otra forma de mirar.

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