Cómics

Thorgal sin Aaricia

Detalle de una ilustración de la obra.

Detalle de una ilustración de la obra.

Pues así, como el que no quiere la cosa, van ya publicados cinco tomos integrales de Thorgal por parte de Norma Editorial, lo que supone la reedición, en este formato, de nada menos que 20 álbumes de la famosa serie creada por el escritor Jean Van Hamme y el dibujante Grzegorz Rosinski. El dúo se inventó al vikingo extraterrestre en 1977 para la revista Tintín, y fue desarrollando esta peculiar mezcla de fantasía, mitología y ciencia ficción durante tres décadas, hasta que, en 2006, con el álbum vigésimo noveno, Le Sacrifice, el guionista se despidió y dejó su sitio a Yves Sente.

Para ese momento, Thorgal se había convertido en una de las mejores series de fantasía de la historia del cómic, plena de imaginación y sentido de la maravilla. Yo no me canso de recomendarla, pues es un verdadero disfrute a nivel gráfico y literario, y más aún en el presente formato, precioso en su hechura y rematado, como está, con extensos dosieres cargados de dibujos inéditos y otro material extra.

El quinto integral reúne cuatro historietas, que son el final de un ciclo y el comienzo de otro. Abre la recopilación La guardiana de las llaves (1991), último episodio del Ciclo del norte, y en él Thorgal y Aaricia regresan a su aldea, y regresa también el malvado Volsung de Nichor, transformado en un sosias de Thorgal y con el cinturón de la Guardiana de las llaves en su poder. A continuación, La espada-sol (1992) inaugura el Ciclo de Shaïgan, que abarcará éste y cinco álbumes más.

Con un giro argumental, Thorgal se separará de su familia para protegerlos de la maldición que supuestamente lo atormenta. Por el camino, se reencontrará con la siempre fascinante Kriss de Valnor, que ahora pelea contra el cacique Orgoff el invencible y su espada-sol. Sigue La fortaleza invisible (1993), nombre del lugar donde Thorgal podrá librarse de su maldición, borrando su nombre de una piedra, y La marca de los desterrados (1994), que no son otros que la propia Aaricia y sus hijos. Lo dicho, una gozada de principio a fin.

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