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Cómics

Tras un gran escritor, solo hay un hombre

  • ¿Qué es el éxito, las alabanzas, el reconocimiento mundial si tras una irónica máscara se esconde una persona a las que las dudas acucian?

Ilustración de la portada de la obra.

Ilustración de la portada de la obra.

¿Creéis en las casualidades? Yo cada vez más, y la última en sucederme me reafirma en mi convicción, ya que tras abrir el buzón y recibir el contenido de este sobre pienso en mis años mozos, cuando mis ansias lectoras exigían una salto de aquellas bisoñas novelas juveniles, o los whodonits de la Sra. Christie, a otros terrenos literarios aún desconocidos para un servidor.

Resulta que un buen amigo poseía una colección dirigida, en principio, a los jóvenes. Publicada por la editorial Anaya, aquellos 'Tus libros' me abrieron las puertas a textos maravillosos, clásicos inmortales la mayoría, de los que destacaría un par: La terrorífica novela epistolar escrita por Bram Stoker (que, y vuelvo al tema de las casualidades, tiene un papel en esta nueva obra) y un librito escrito por Mark Twain, autor al que conocía, y no me enrojece reconocer, por la versión animada de las aventuras de sus personajes más conocidos, Tom Sawyer y Huck Finn.

Aquel volumen era, como podéis suponer, El forastero misterioso…

Y volvemos al presente, y a la flamante edición que la editorial Dolmen pone en nuestras manos, y tras disfrutar de su lectura pienso que si tuviéramos que ponerla como ejemplo en un diccionario sobre Noveno Arte, el lugar más apropiado sería para ilustrar a la perfección lo que muchos eruditos del medio han calificado como 'Novela Gráfica'.

Este no es el lugar ni el momento para extenderme en consideraciones de formato, extensión, etc. Pero sí comentar que en muchas acaloradas discusiones se ha intentado definir este formato, y creo que en este caso los autores han dado totalmente en el clavo, ya que tanto la utilización del texto y los diálogos, medidos al centímetro, como el soporte gráfico, componen un todo indisoluble que, sumado a la extensión de ésta, le aporta una cualidad novelada.

En El Diablo y el señor Twain nos encontramos, sobre todo, con ese otro nombre, el verdadero, de este autor universal, Samuel Clemens. Pese a esa imagen que él mismo creó de personaje de verbo ágil, cuya principal arma fue la ironía, aquí se nos presenta, en sus momentos más íntimos, como una persona agobiada por multitud de problemas personales, ya fueran los referidos a la nula gestión de su patrimonio, que casi lo llevó a la ruina total; sumando estos a una maldición que parecía perseguir a sus más allegados, la enfermedad.

El éxito no lo es todo, y aunque vamos a convertirnos en un invitado más a cenas, estrenos e inauguraciones de postín, esa cara de Twain es, precisamente eso, una máscara que él mismo moldeó y que tan solo se quita en soledad o junto a su familia.

Pero claro, en este relato hay otro protagonista, aquel que, portando siempre un sardónico gesto, llegará a la vida del escritor para, bajo la piel del magnate Henry Huttleston Rogers acude para auxiliarle en sus momentos más oscuros, ofreciéndole una salvadora mano.

Aunque ya todos sabemos lo que ocurre cuando uno se relaciona con El Diablo…

A lo largo de un periplo casi inacabable, Twain recorrió el mundo, tal vez huyendo de sí mismo, incapaz de regresar a su tierra, los Estados Unidos de América. Y a lo largo de este tiempo en su mente se irá gestando la trama de esa novela de la que os hablaba al principio de este texto, El forastero misterioso.

Esta novela gráfica, que tiene como autores a Koldo Azpitarte al guion y Mikel Bao al dibujo, merece que uno se siente y la disfrute con tranquilidad, sorbo a sorbo, capítulo a capítulo (que nacieron precisamente como historias cortas en la revista La Resistencia, siendo la génesis de la obra) seguiremos a Twain, que va a conocer a infinidad de personajes que nos van a resultar más que conocidos (Stoker, Tesla, Freud…), luchará contra sus miedos, fantasmas, y finalmente hará un 'viaje' (dickensiano, diría yo) muy especial junto a ése que le acompaña en el título de esta singular y recomendable obra.

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