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El inmortal

  • 'Mort Cinder' (1962), de Hector Germán Oesterhel y Alberto Breccia, es una verdadera obra maestra de la Historieta argentina

  • Trata sobre un hombre inmortal viajero del tiempo

Detalle de una viñeta de la obra.

Detalle de una viñeta de la obra.

El escritor argentino Jorge Luis Borges publicó por primera vez el cuento El inmortal en 1947, en la revista Anales de Buenos Aires. El relato reflexiona en torno a las paradojas que tendría que afrontar la persona si algún día alcanzara la inmortalidad.

Quince años después, entre 1962 y 1964, sus compatriotas Héctor Germán Oesterhel y Alberto Breccia crearon el cómic Mort Cinder. Debutó en el nº 718 de la revista argentina Misterix, de la editorial Yago. Mort Cinder terminó en Misterix nº 798, en 1964. La obra fue escrita y dibujada durante la caída de la industria de la historieta argentina tras su edad de oro.

El prólogo presenta a Ezra Winston, anticuario londinense, que vive rodeado de objetos del pasado. Un día examina antigüedades de Egipto y un gas que surge de una figura de escarabajo lo lleva de viaje astral a la era de los faraones. Luego, un proveedor le da un amuleto que le deja una huella indeleble en la mano.

Enseguida aparece Mort Cinder, personaje que muere y resucita y que, a través de las antigüedades de Ezra, rememora sus vidas pasadas: un ladrillo de la torre de Babel; un jarrón griego de la Batalla de las Termópilas...

En la primera mitad de la serie, Oesterheld desarrolla una historia de misterio, relacionada con la inmortalidad de Cinder y la persecución a la que le someten el científico profesor Angus y sus sicarios, los Ojos de Plomo, letales pero sin voluntad propia. De lo que querrá apropiarse el profesor Angus no será de la memoria del inmortal, sino de la posibilidad de dominar esa memoria y de reconstruirla desde su propia visión de mundo. El profesor Angus es una metáfora de la ideología capitalista, que sabe que para dominar el mundo no ha de apropiarse de los bienes materiales de sus víctimas, sino de sus ideas.

La segunda mitad narra cómo, a través de las antigüedades que hay en la tienda de Winston, Cinder va recordando sus vidas pasadas. Como el Ave Fénix, renace de sus cenizas, y puede recorrer sus vidas pasadas: únicamente la carne muere, el espíritu perdura y continúa construyéndose sobre sí mismo a través de encarnaciones infinitas y sucesivas.

El dibujo claroscuro es expresionista, implicando al lector en la reconstrucción volumétrica de las figuras, táctica después copiada por Frank Miller. Ese expresionismo se ve frenado un poco en la última historia, para dibujar algunas de las mejores escenas de acción. En Mort Cinder se despliega un verdadero catálogo de técnicas gráficas: salpicaduras, tramas mecánicas, témpera blanca, punzón, cepillo, manchas de agua y cuchilla de afeitar, usada como espátula y pincel de tinta a la vez.

El nivel intelectual del guion, nacido de Oesterheld y sus conocimientos de Historia y de Geografía, hacen que la obra sea muy madura. Los guiones de Oesterheld tienen varias lecturas y se mueven bien por todos los géneros. Se deja llevar por la oscuridad del dibujante en esos momentos, ya que la esposa de Breccia estaba enferma. Es un maestro del ritmo narrativo que le impone la publicación por entregas, con finales en continuará.

Mort Cinder, aunque da título a la obra, no es verdaderamente el protagonista, sino que en algunas historias hace el papel de un simple observador y en otras es un secundario que, aunque participa de los sucesos, es totalmente incapaz de cambiarlos.

Como curiosidad, hay que señalar que Breccia dibujó al anticuario con su propio rostro y Mort Cinder es su asistente, Horacio Lalia.

Héctor Germán Oesterheld (Buenos Aires, 1919) publica sus primeros guiones de historieta en los 50. Colaboró con Hugo Pratt; Solano López; y Alberto Breccia. Creó Editorial Frontera. En 1977, desapareció, secuestrado por las Fuerzas Armadas del dictador Videla.

Alberto Breccia (Montevideo, 1919-Buenos Aires, 1993), inició su carrera a los 19 años. En 1946, comienza a dibujar Vito Nervio. En 1958, comenzó a colaborar con H. G. Oesterheld en Sherlock Time, a la que siguieron Mort Cinder, Vida del Che, Richard Long y una nueva versión de El Eternauta. En 1973, junto a Norberto Buscaglia, adaptó Los mitos de Cthulhu, de Lovecraft. También adaptó a Borges, García Márquez, Allan Poe y Ernesto Sábato. Con Carlos Trillo, en 1974, creó Un tal DaneriViajero de gris, Nadie y Buscavidas.

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