Cómics

Un paseo por las oscuras bambalinas

  • Se abre el telón, y un anciano vestido con kimono nos recibe. Vamos a contemplar una función que nos helará la sangre

Portada del cómic.

Portada del cómic.

La identidad de este hombre es ya por todos conocida, se trata, claro está, de Hideshi Hino, uno de los Padres del terror nipón, género que, como ya sabréis aficionados, tiene unos rasgos muy particulares y, centrándonos en la obra de Hino, él fue niño marcado por una violenta contienda bélica y una infancia poco feliz, que al crecer vomitó sobre sus páginas toda esa oscuridad, aquellos rincones oscuros a los que solo algunos se acercan.

A lo largo de los últimos años hemos tenido la suerte, los que seguimos sus relatos, de poder internarnos más y más en su particular mundo. Y esto ha sido sobre todo gracias a Ediciones La Cúpula, que se ha encargado de publicar su obra: Panorama infernal, El hombre cadáver, Criatura maldita, Onimbo, La serpiente roja, El niño gusano, Circo de monstruos, La isla de las pesadillas, El hijo del Diablo, Historias de la máscara, Galería de horrores y Noches de Zipango. Estos son sus títulos, para aquellos completistas al que les falte alguno o si aún no conocéis sus manga, una buena manera de que elijáis uno, da igual cuál. Todos os van a provocar los mismos efectos.

Y ahora llega a las librerías El teatro escalofriante, volumen compuesto por cuatro relatos que, comienza con la desgraciada existencia de El monstruo terrorífico. Pero no os dejéis engañar, ya que tras este título tan claro y directo se esconde una curiosa vuelta de tuerca al clásico relato protagonizado por el monstruo de Frankenstein, una creación hecha a base de pedazos, igual que el protagonista de la historia, un ser sin pasado, que nace de las manos del profesor Furankenshutain (¿os suena, no?) y que desde el primer momento va a sufrir el odio de los humanos, huyendo al principio y no teniendo más remedio que transformarse en lo que todos esperan de él, una bestia sedienta de sangre…

Con Mi mano izquierda, nos internamos en el miedo más absoluto, el que padece el joven Hiroshi, que solo vive para poder poseer un juguete que ocupa sus anhelos. Se trata de la maqueta de una máquina de tren que, por supuesto, con la pobre economía de la familia resulta imposible que vaya a poseer nunca.

Es entonces cuando en su cuerpo sucede algo inaudito, más concretamente con su mano izquierda, que parece comportarse como si tuviera vida propia, lo que le va a acarrear al chaval no pocos problemas.

Con El día que las grullas echaron a volar nos encontramos con un Hideshi Hino que, sin salir del perímetro del mundo que ha creado, nos regala una historia muy poética, de una profunda tristeza. Protagonizada por una niña llamada Nieves que, presa de una enfermedad, solo puede contemplar el mundo a través de la ventana de su dormitorio.

Desde allí ha creado un lazo con las grullas que viven cerca de la casa, y sueña con salir volando de la cama y unirse a ellas, surcando los infinitos cielos.

Tal vez su deseo se haga realidad, pero no de la manera que ella imagina…

Y para rematar este volumen, una historia que confirma lo doloroso que puede llegar a ser el amor. Y si no que se lo digan al Ogro Gongoro, que vivía plácidamente rodeado de sus amigos yokai (seres sobrenaturales del Japón) hasta que tuvo la mala suerte de enamorarse de una humana.

El via crucis que el pobre ser va a vivir a partir de entonces lo irán alejando cada vez más y más de su mundo, internándose en un universo de dolor.

Cuando caiga el telón y se enciendan las luces, para muchos de vosotros ya será tarde, ya que una vez que el virus de Hideshi Hino, su genialidad, os es inoculada, poco más podéis hacer sino rendir culto a este genio del terror.

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