Alejandro Amenábar | Director de cine

“Me gustaría llevar al cine la relación que compartieron Lorca, Dalí y Buñuel”

  • El realizador, guionista y compositor, emblema del cine español y ganador del Oscar en 2004 por ‘Mar adentro’, recibe este sábado el Premio Málaga del festival en reconocimiento a su trayectoria

Alejandro Amenábar, este sábado, en Málaga, antes de la entrevista.

Alejandro Amenábar, este sábado, en Málaga, antes de la entrevista. / Álvaro Cabrera (Málaga)

Si un cineasta no necesita presentación a estas alturas, ése es Alejandro Amenábar (Santiago de Chile, 1972), ganador de nueve Premios Goya y del Oscar en 2004 por Mar adentro, artífice esencial de la proyección internacional del cine español y dueño de una filmografía que incluye otros títulos inolvidables como Abre los ojos, Los otros, Ágora, Regresión, Mientras dure la guerra y su debut, Tesis, que celebra este año su 25 aniversario. Tras culminar el rodaje de la miniserie La fortuna, adaptación del cómic de Paco Roca El tesoro del Cisne Negro para Movistar +, Amenábar recibe este sábado el Premio Málaga del Festival de Cine en el Teatro Cervantes en reconocimiento a su trayectoria.

-¿Ha sido muy diferente la experiencia de La fortuna, su primer trabajo para la televisión, en relación a sus anteriores rodajes?

-Para mí ha sido lo mismo,partiendo de la base de que tampoco he intentado algo que no fuese una miniserie de seis capítulos. He intentado respetar las reglas del juego partiendo de mi ignorancia, porque no soy un experto en series ni soy un seriófilo, pero sí he intentado la serie que me gustaría ver. Más allá de eso, el rodaje ha seguido exactamente el mismo proceso de una película, salvo por el hecho de que se ha tratado de un rodaje muy largo, el más largo de mi carrera. El más largo había sido hasta ahora Ágora, con quince semanas de rodaje, pero el rodaje de La fortuna se ha prolongado durante cinco meses. Había momentos en que pisaba territorio desconocido porque nunca había pasado tanto tiempo rodando, pero, por lo demás, el proceso ha sido el mismo que en una película.

-¿Será la primera serie de muchas, o al menos de algunas?

-No lo sé. A mí lo que me gusta es contar historias, y de entrada no descarto ningún medio. La experiencia ha sido muy satisfactoria en la medida en que he tenido la misma libertad que cuando hice Mientras dure la guerra, donde asumí todas las decisiones creativas y rodábamos al ritmo que considerábamos adecuado. Si llega un proyecto interesante para hacer una miniserie lo estudiaremos, seguro. Lo que sí veo inasumible por mi parte es hacer una serie de larga duración, con varias temporadas, así como todo lo que tenga que ver con delegar el trabajo en otros. Yo quiero estar presente en cada plano que se haga.

-Supongo que un galardón como el Premio Málaga conlleva una revisión de la propia trayectoria. ¿Hay algún proyecto del que se arrepienta hoy o que preferiría no haber descartado?

-No me gusta mucho mirar atrás, aunque este año está siendo inevitable por el 25 aniversario de Tesis, que me está llevando a coloquios y a muchas oportunidades para revisar la película. Pero, ya que tengo que hacerlo, si miro al pasado y pienso en las decisiones que he tenido que ir tomando para definirme como cineasta y encarrilar el futuro, lo que encuentro, ante todo, es un ejercicio de libertad creativa. He hecho siempre la historia que quería hacer, la que quería contar movido entre la curiosidad y la libertad. En cuanto a proyectos que me habría gustado o no hacer, a día de hoy no hay ninguna opción que haya descartado y por lo que me haya arrepentido. No soy de preguntarme por qué no hice esto o aquello. Al contrario, estoy convencido de que no me habría sentido cómodo haciendo lo que en su día no quise hacer, independientemente de que después, entre las películas que sí he dirigida, algunas me gusten más que otras. Por supuesto que me he equivocado y he cometido errores, pero eso forma parte del oficio. Se trata de ir aprendiendo.

-¿Y recuerda algún momento en que se viera reconocido como el cineasta que quería ser, más allá del Oscar y los demás premios?

-En este oficio a menudo hay que hacer apuestas series. Y las apuestas son saltos sin red, en el sentido de que las garantías de que la apuesta va a salir bien no están siempre claras. De esta manera, una película como Los otros, con todo lo que suponía en ese momento de entrar en contacto con el mundo de Hollywood y rodar en inglés, tenía mucho de salto mortal. Y si un salto mortal sale bien, como fue el caso, eso te da muchísima seguridad y mucha confianza para todo lo que vas a hacer después, de cara a la siguiente historia que vas a contar. Por eso seguramente recuerdo de una manera especial el rodaje de Mar adentro: allí conté la historia que quería con los medios que quería y en conexión absoluta con Javier Bardem, que entendió al personaje desde el principio. Eso ya, en sí, era un premio. Luego vino todo avalado por el Oscar, los Goya y todos los demás reconocimientos, pero mi mejor recuerdo de aquella película vino mucho antes.

"Si vuelvo la vista atrás, creo que puedo definir mi carrera como un verdadero ejercicio de libertad creativa”

-En los últimos años se ha mostrado crítico con el estrecho reconocimiento a la autoría de los cineastas que dejan las plataformas. ¿Ha cambiado su posición?

-Lo he dicho ya públicamente y me reafirmo. Ya sólo como detalle me parece muy feo. No sé si es que me he quedado anticuado o si no voy con los tiempos, pero cuando voy a ver la Capilla Sixtina me gusta saber que la ha pintado Miguel Ángel. Roma es una película de Alfonso Cuarón, no de otra persona. Cuando la ves anunciada como una película de Netflix sin ninguna referencia al director se está cometiendo directamente un atropello contra los autores. Se da una situación parecida a la que se vivía con los grandes estudios en los orígenes de Hollywood: los estudios imponían su marca anulando todo lo demás, y eso perduró hasta que los responsables del trabajo creativo se rebelaron y dejaron que la gente iba al cine a ver sus películas, no las películas de los estudios. Finalmente lo lograron hasta el punto de que se terminó imponiendo el star system. Espero que ahora, sinceramente, los autores seamos capaces de organizarnos y reivindicar que las obras son nuestras, que nos corresponden. Las películas y las series no son de las corporaciones, sino de los hombres y las mujeres que las hacen.

-Después de abordar la Guerra Civil, ¿qué acontecimiento reciente le gustaría llevar al cine?

-No sabría decirte. Hay un episodio que no es muy reciente pero que me interesa mucho, y es la relación que mantuvieron Lorca, Buñuel y Dalí. Había ahí tres chavales que luchaban por destacar en algo y terminaron siendo absolutos genios de la literatura, el cine y la pintura. Tengo mucha curiosidad por ver de qué hablarían cuando se emborrachaban.

-¿Tiene algún proyecto en firme?

-No, siempre estoy picando en varias ideas a la vez y no sé por dónde irán los tiros al final.

-¿Podrían ir los tiros en algún momento por su regreso al cine fantástico? Abre los ojos abrió una ventana en su obra que siguió en Los otros pero que no ha tenido continuidad desde entonces

-El cine fantástico no está fuera de la baraja. Nunca lo ha estado. Me interesa mucho porque la fantasía apela al sueño definitivo, a la huida de la realidad, y eso es maravilloso. Lo que pasa es que, en mi caso, las películas de cine fantástico y de terror que me gustan son pocas. Lo difícil es dar con la buena.

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