Cultura

Actualidad de lo clásico

  • El mundo clásico: una breve introducción. Mary Beard y John Henderson. Trad. Manuel Cuesta. Alianza. Madrid, 2016. 224 páginas. 10,20 euros.

Este libro de Beard y Henderson, excelente por tantos motivos, es mucho más y algo menos que una breve introducción al mundo clásico. Mucho más, por cuanto nos ofrece los diversos modos en que, a lo largo de la Historia, nos hemos acercado a la Antigüedad, buscando en cada caso una respuesta diferente. Algo menos, en tanto que no se trata de un escueto manual, al estilo de Grimal, Lane Fox o Montanelli, donde se da noticia de un periodo que acaba con la caída del Imperio romano. La intención de la presente obra es, por contra, manifestar la utilidad y la vigencia de los clásicos. Una utilidad y una vigencia que los autores basan, no en un melancólico respeto a la tradición, acaso irrelevante. Sino en el modo mismo en que la Antigüedad conforma, no ya cuanto sabemos de ella; también cuanto sabemos sobre nosotros mismos.

La pregunta correcta no es, pues, para qué sirven los clásicos. Una enunciación más ajustada debiera preguntarse cómo podemos prescindir de la Antigüedad, de su estudio, de la constante revisión del mundo antiguo, cuando el estudio de los clásicos ha condicionado de tal modo nuestra forma de aproximarnos a la realidad, que es imposible discernir la civilización actual de la huella que la Antigüedad ha impreso sobre nosotros. No es ya, por tanto, que seamos incapaces de explicar la figura de Napoleón, o el auge de los fascismos, sin una vinculación expresa con la idea de Imperio. No es ya que la idea de la Antigüedad, durante el XVIII, funcione como equivalente de la Naturaleza, según señalara Rosario Assunto (el Et in Arcadia ego de Clemente IX, Nicolás Poussin y el consejero Goethe que aquí recuerda Mary Beard). No es ya, en fin, que el Renacimiento inaugure la modernidad, el perímetro humano en el que aún habitamos. Más allá de todo eso, es la propia constitución y desarrollo de las ciencias, de la filosofía, del saber occidental, lo que se prefigura y afluye hacia la actualidad desde aquella hora lejana. No sin un gesto de extrañeza, pues, cabe decir que son los clásicos los que, de alguna forma, aún nos leen a nosotros.

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