Cultura

Instantes magnéticos

  • 'Poesía (1912-1977)'. Gerald Brenan. Edición bilingüe de Carlos Pranger. Confluencias. Almería, 2014. 224 páginas. 18 euros.

Adscrito a la órbita de Bloomsbury, viajero incansable y prolífico escritor que tocó todos los palos, Gerald Brenan no es sólo el gran hispanista que logró notoriedad con la publicación de El laberinto español -título fundacional del catálogo de Ruedo Ibérico, que abrió junto a The Spanish Civil War de Hugh Thomas una de sus colecciones míticas- y dedicó otros libros no menos valiosos a lo que los ingleses llaman, no sin condescendencia, las cosas de España. Poeta temprano y luego interrumpido -él mismo se definió, en el prefacio a El instante magnético (1978), su única colección de versos publicada en vida, como "un poeta ocasional" o "pospuesto" que "cuando era joven abandonó la poesía por la prosa porque necesitaba ganarse la vida"-, Brenan retomó su antigua dedicación con razonable modestia, pero con la ambición de recoger en su poesía "los momentos más elevados de su experiencia". Nunca hasta la fecha traducidos al castellano, los poemas de don Gerardo -hombre "de infinitos rostros"- nos descubren otro perfil de una personalidad por muchos motivos fascinadora.

Editor de Confluencias e hijo de Lynda Nicholson -véase el hermoso retrato de la joven amiga de Brenan en la biografía de este último que escribió Jonathan Gathorne-Hardy, El castillo interior (El Aleph)-, Carlos Pranger ya publicó hace unos meses, en una colección de Excéntricos y Heterodoxos que lleva el nombre del británico, los apasionados Diarios sobre Dora Carrington -anuncia otros sobre la Gran Guerra-, a los que se suma ahora esta interesante recopilación de su Poesía (1912-1977), ofrecida en edición felizmente bilingüe y presentada y traducida por él mismo. Orientada a dejar constancia de esos instantes magnéticos -término tomado de la física que alude a lo que ocurre cuando "las palabras entran en un estado diferente bajo la influencia del ritmo"- de la mano de las personas o los paisajes amados, la poesía de Brenan combina referentes inactuales con guiños a los padres de la modernidad -Rimbaud, Mallarmé- u otros -Wallace Stevens, Pound, este último en modo de parodia- a los que el poeta leyó con provecho. Del conjunto se desprende la impresión, apuntada por Pranger, de que la vocación última de Brenan fue la búsqueda de la belleza.

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