Colección 'Relatos del desertor del presidio'

La vida, ese diálogo con los fantasmas

  • Rivero Taravillo y Lozano Leyva se adentran en el género de terror con sus obras 'Los Muchos' y 'Temores, sospechas y suspicacias'

Antonio Rivero Taravillo, autor de 'Los Muchos'.

Antonio Rivero Taravillo, autor de 'Los Muchos'. / Juan Carlos Muñoz

Manuel Lozano Leyva y Antonio Rivero Taravillo se adentran en el género de terror con Temores, sospechas y suspicacias y Los Muchos, dos narraciones que publica el editor Pedro Tabernero en su colección Relatos del desertor del presidio y que comparten su invitación al escalofrío ante lo desconocido.

En Temores, sospehas y suspicacias, ilustrado por el artista cubano Michel Moro, el escritor y científico Lozano Leyva reinventa el cuento de fantasmas con el empeño del investigador que desea llegar a la verdad de las cosas. Una idea que apunta el poeta Javier Salvago, responsable del prólogo de este volumen, que recuerda que este autor apasionado por la Historia (El galeón de Manila, La rebelión de La Vulcano) y la divulgación (El cosmos en la palma de la mano) pertenece a la singular estirpe de otros hombres que combinaron la ciencia y las letras. Creadores como "Arthur Conan Doyle, médico, Isaac Asimov, bioquímico, Ernesto Sabato, físico, Lewis Carroll, matemático, o Arthur C. Clarke", escritores "rigurosos, lo que no quiere decir que no dejen volar la imaginación" y que "no acostumbran a decir tonterías, sus historias son casi siempre interesantes y, con frecuencia, también didácticas".

En Temores..., Lozano Leyva, catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear, recurre a una ambiciosa estructura donde se suceden dos relatos: la visita de una mujer a un castillo del Loira, donde se encontrará con una presencia inquietante y escurridiza, un espectro que más tarde se sabrá un eco de crudos episodios de la Historia, y el esfuerzo de Mendeléyev, químico ruso conocido por haber ideado la tabla periódica de los elementos, por erradicar el interés con que Rusia abraza el espiritismo. "La superstición y el miedo son extraordinariamente fáciles de propagar entre la población y constituyen el mayor freno al progreso", se lamenta el personaje.

Manuel Lozano Leyva, en una imagen de archivo. Manuel Lozano Leyva, en una imagen de archivo.

Manuel Lozano Leyva, en una imagen de archivo. / José Ángel García

Para Salvago, uno de los aciertos de este relato que se bifurca en dos pero que siempre mantiene la coherencia narrativa –es la hija de la mujer del castillo quien abre el librito, Espíritus de San Petersburgo, que habla de Mendeléyev– es el de reivindicar a un químico "del que la mayoría de nosotros no conocíamos nada más que su famosa tabla, y del que ahora, gracias al relato de Lozano Leyva, nos podemos hacer una idea de su personalidad y su carácter".

El traductor, poeta y narrador Antonio Rivero Taravillo se inspiró para Los Muchos en una anécdota real: cuando viajó a La Habana junto a Pedro Tabernero para presentar el libro Cuba y el tabaco, el editor pernoctó en un piso donde según un vecino se alojaban los muchos.

Tan sorprendente apodo disparó la inventiva de Rivero Taravillo, cuyo relato dialoga con la pintura del italiano Vito Pollio, encargado de las ilustraciones del libro, y transforma la estampa colorida y vital que las agencias de viajes  venden de La Habana en un paisaje extrañamente perturbador en el que, no en vano, los automóviles que  atraviesan la ciudad recuerdan con sus "capós para cinco o seis cadáveres" el componente siniestro de Psicosis de Alfred Hitchcock.

En 'Los muchos', "más que el miedo triunfa la sensación de extrañeza", dice Juan Bonilla, autor del prólogo

Por allí se mueven las sombras sigilosas de Los Muchos, caracteres y cuerpos cambiantes, presencias que parecen multiplicarse y cuyo número no se concreta nunca. La religión yoruba y otros mitos de la isla contribuyen al ambiente de pesadilla que vive el protagonista, quien pese a todo se entregará en su aventura cubana a la pasión y al deseo. "Siempre nos enamoramos de fantasmas, nada tiene la realidad que le otorgamos. ¿Qué de extraño había, entonces, en que ella y yo sintiéramos más real nuestro amor que el de muchos que se habían conocido en circunstancias normales?", se pregunta el narrador.

Juan Bonilla, que aparece como personaje en las páginas de esta ficción, destaca en el prólogo que en Los Muchos "más que el miedo triunfa la sensación de extrañeza, y en ella, cosa muy cubana también, lo exagerado se da la mano con lo ridículo, lo dramático con lo cómico, con pasmosa naturalidad", comenta el escritor jerezano.

Para Bonilla, la incursión de Rivero Taravillo en el relato prueba que "es escritor todoterreno, cosa que jugará en su contra habituados como estamos a que consideremos que un poeta que escribe novelas se está metiendo donde no le llaman y un novelista que escribe poemas no se hará nunca un sitio entre los poetas porque es sólo un turista". Pero el  autor de Totalidad sexual del cosmos, coautor junto a Juan Manuel Bonet de la antología Tierra negra con alas, sabe bien que  "los cuentos de Nabokov no son inferiores a sus novelas, Baroja era tan errabundo y genial en sus novelas como en sus ensayos y en sus poemas" y "Borges sólo se imponía el requisito de ser breve, pero practicó el ensayo, el cuento y el poema sin que haya nadie en el mundo que pueda demostrar que la etiqueta que merece sea la de poeta, ensayista o cuentista".

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