Maupassant y 'el otro' | Crítica

Arte de la divagación

  • La demoledora e inclasificable aproximación biográfica de Alberto Savinio a la figura de Maupassant muestra el talento del escritor italiano para hilar un discurso irreverente

Alberto Savinio (Atenas, 1891-Roma, 1952).

Alberto Savinio (Atenas, 1891-Roma, 1952).

Intelectual muy activo en la época de las vanguardias, el escritor, artista y músico Alberto Savinio -seudónimo de Andrea de Chirico, hermano y correligionario del célebre pintor metafísico- no es un desconocido entre nosotros, pero merece la pena aprovechar cualquier ocasión para contribuir a difundir la figura de uno de los autores italianos más singulares de su siglo. La aporta ahora esta breve e insólita aproximación biográfica, brillante contraejemplo de lo que Savinio llama en sus páginas el 'estilo sepulcral' -"eufemístico y sistemáticamente laudatorio"- empleado por los "hagiógrafos de andar por casa". Maupassant y 'el otro' es un libro heterodoxo e inclasificable que podría relacionarse con las otras dos obras del autor rescatadas por Acantilado -Nueva enciclopedia y Contad, hombres, vuestra historia- en tanto que comparte con ellas no sólo el tono desenfadado, libérrimo, sino también la forma entre narrativa y ensayística y sobre todo la intención irreverente o decididamente iconoclasta.

Guy de Maupassant. Guy de Maupassant.

Guy de Maupassant.

Savinio se centra en detalles que autores menos desprejuiciados considerarían menores, irrelevantes e incluso absurdos

Para seguir los pasos de su personaje, Savinio recurre a un alter ego, Nivasio Dolcemare, y desdobla al 'biografiado' de modo que "el otro" mencionado en el título es el propio Maupassant -su "inquilino negro", que a partir de un momento dado ocupa toda la casa- de los años de la locura. Desde el principio se abandona el narrador a una retahíla digresiva que encadena las asociaciones sin contención de ninguna clase, centrándose en detalles que autores más convencionales o menos desprejuiciados considerarían menores, irrelevantes e incluso absurdos. De Maupassant, un hombre "carente de ideas propias y de criterio", no tiene Savinio una opinión excesivamente alta, más bien lo zahiere sin descanso, lo que no quiere decir que no lo haya leído con atención y que no haya captado o más bien combatido a través de él -sólo cuando enloquece adquiere cierta grandeza- el espíritu de la Francia de su tiempo. Podemos o no compartir los argumentos y las manías del ensayista, pero no cabe negar su inteligencia, su excelente humor y su talento para hacer de la divagación un arte.

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