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Valles y colinas de Quincy Jones

  • Libros del Kultrum publica la autobiografía del músico que comenzó tocando con Billie Holiday, le hizo arreglos pluscuamperfectos a Frank Sinatra y convirtió en megaestrella a Michael Jackson

El músico, productor y ejecutivo discográfico Quincy Jones (Chicago, 1933).

El músico, productor y ejecutivo discográfico Quincy Jones (Chicago, 1933). / D. S.

Cuenta Quincy Jones que Count Basie le regaló en cierta ocasión un consejo que utilizó para sobrevivir en el mundo de la música: "Aprende a lidiar con los valles; las colinas se cuidan solas". La recomendación de aquel a quien Quincy consideraba "un ídolo, un padre, un hermano, un mentor, un mánager, lo que hiciera falta en cada momento", terminó por simbolizar un recorrido en el que luces profesionales y sombras personales se trenzaron desde que Quincy Delight Jones Jr. vino al mundo en el South Side de Chicago un 14 de marzo de 1933.

Publicada originalmente en 2001, las 519 páginas de Q. Autobiografía de Quincy Jones, recién publicada en España por la editorial Libros del Kultrum, contienen un minucioso recorrido por vida, métodos y milagros del músico, productor y empresario estadounidense, desde sus pobres orígenes en plena Depresión y como delincuente en ciernes –"quieres ser lo que ves"– hasta un triunfo artístico y empresarial plagado de reconocimientos. El texto dispone con agilidad las facetas personal y profesional a través de una explícita narración, salpicada certeramente de capítulos suscritos por familiares, esposas, músicos, amigos o invitados que aprueban o, en menor medida, rebaten la lectura subjetiva de protagonista y autor.

Durante una sesión de grabación con Frank Sinatra. Durante una sesión de grabación con Frank Sinatra.

Durante una sesión de grabación con Frank Sinatra. / D. S.

En la vertiente creativa, la carrera de Quincy tomó como partida el casual encuentro con un piano en Seattle a los 11 años. El descubrimiento despertó su interés por la música justo en el momento en que su aspiración era convertirse en... gángster. Dos años más tarde, el joven Quincy ya recibía clases de trompeta del gran Clark Terry y poco después formaba en bandas locales de jazz junto a las que llegó a acompañar en 1945 a la mismísima Billie Holiday. Aquel astuto chico ya había hecho migas con otro alumno aventajado llamado Ray Charles y no tardó en integrarse en la banda de Lionel Hampton, convertida en trampolín hacia otras asociaciones de relumbrón, la primera de ellas con The Queen Dinah Washington, compañera además de cama.

Uno de sus aciertos fue trabajar y aprender al lado de grandes nombres de la música. Y su impecable trabajo junto a Frank Sinatra – la persona que lo bautizó como Q, a secas– a partir de 1958, después de un periodo en Francia donde recibió clases de Nadia Boulanger y colaboró como director musical y arreglista de Barclay Records, marcó un antes y un después en su ciclo vital. En 1959, una ruinosa gira con la orquesta del programa Free and Easy le mostró los rigores de la faceta de empresario, salvado por la campana cuando Mercury Records lo llamó para ejercer como primer vicepresidente negro de una gran discográfica. Allí rompió las barreras de su relación con un jazz que le había dado mucho prestigio pero escaso dinero para saborear las mieles del éxito en 1961 con el pegadizo pop de It's My Party de Lesley Gore.

Junto a Michael Jackson. Junto a Michael Jackson.

Junto a Michael Jackson. / D. S.

Pero su sueño era entonces llegar a California y triunfar en el mundo del cine. El prestamista (1964) de Sidney Lumet fue la primera de más de medio centenar de bandas sonoras en una de las cuales –El mago (1978), también de Lumet – coincidió con Michael Jackson, a quien había conocido en 1972. Poco antes un aneurisma había estado a punto de acabar con su vida. Pero su adicción al trabajo encontró recompensa en la triunfante trilogía como productor de Michael Jackson: Off the Wall (1979), el grandioso Thriller (1982) y Bad (1987). El color púrpura (1985) de Steven Spielberg, el estelar USA for Africa y su We Are The World (1985), su producción de series de televisión como El Príncipe de Bel-Air (1990-96), posteriores alianzas con la cultura hip hop, inmersiones en el terreno de las finanzas o la creación de Quincy Jones Productions (QJP) pusieron luego sobre la mesa tanto su destreza artística y empresarial como su veta solidaria.

El espacio personal es harina de otro costal. Marcado por un profundo desapego de una madre esquizofrénica –"la palabra madre no me dice mucho"–, por la intensa conexión con su hermano Lloyd y con su padre, por una compleja relación con sus siete hijos y por sus fracasos matrimoniales a causa de continuas relaciones con compañeras y amigas, la autobiografía atiende con detalle a situaciones peliagudas. También a las descripciones de compañeros de aventura en las que se salta de la magnificencia de Sinatra a la ludopatía de Basie. Eso sí, pasa de puntillas por una relación con el alcohol que, a la postre, le provocaría gravísimos problemas de salud a los 81 años, cuando este libro –rematado con discografía, filmografía, premios y honores y útil índice onomástico– ya se había publicado.

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